Ramón Guillermo Aveledo
El jueves 24 de junio se cumplen doscientos años de la Batalla de Carabobo, decisiva para la Independencia de nuestra patria. Contrasta esta conmemoración con la de su sesquicentenario en 1971, el estudiante de Derecho que era entonces lo recuerda bien. En el Campo de Carabobo está el monumento al soldado venezolano inaugurado en la ocasión. En su discurso, entre reflexiones históricas, el entonces presidente Caldera diría “La experiencia nos demostró, no obstante, que los valores supremos ni se conquistan de una sola vez ni se tienen asegurados para siempre, una vez obtenidos. Han de volverse a ganar cada día”, como es el caso de la libertad que “la hemos perdido muchas veces y ha sido necesario readquirirla”.
Destaco que coincidió ese año con la denuncia del Tratado Comercial con los Estados Unidos de 1939, modificado en 1952, acerca de lo cual hay interesantes trabajos de Nelly Arenas (CVA, 1990) y Heliodoro Claverie, Pedro Luis Echeverría y Jóvito Villalba Vera (revistaei. uchile.cl). Lo hago para poner de relieve la defensa sobria, serena y firme de los intereses de la República. Porque se pueden y se deben tomar soberanamente las medidas necesarias para el progreso de todos sin estridencias propagandísticas que ayudan poco o nada y, al contrario, pueden perjudicar.
Cincuenta años han pasado desde el sesquicentenario y doscientos de la brillante gesta que retrata el formidable óleo pintado por Tovar y Tovar en París colocado en la cúpula del salón Elíptico del Capitolio, el Palacio Federal Legislativo que ha de servir de sede a la representación nacional elegida por el pueblo. Un dato importantísimo. La distribución del poder público confía las tareas de legislar, controlar al gobierno y la administración y elegir a altas magistratura nacionales que administran justicia, procesos electorales y vigilan el ejercicio del poder, a un órgano plural, nunca homogéneo o monocolor, reflejo que ha de ser de la policromía nacional por cuyo respeto pelearon los libertadores en la sabana ardiente de Carabobo.
¿Cómo marcha el sueño republicano original en nuestros días? ¿Somos más o menos independientes? ¿Somos más o menos libres? ¿Somos más o menos justos? ¿Somos más sanos o más enfermos? ¿Vivimos más o menos seguros? ¿Somos más prósperos o más pobres? Hoy deberíamos interesarnos en responder esas preguntas con ideas para cambiar lo necesario, ser una mejor sociedad y reconciliarnos con aquellas esperanzas.