La prueba GGT o ‘prueba de gamma-glutamil transpeptidasa’ se utiliza para diagnosticar problemas hepáticos. Consiste en medir la concentración de dicha enzima, la gamma-glutamil transpeptidasa en la sangre. La misma tiende a alterarse cuando el hígado o los conductos biliares presentan algún tipo de daño.
No obstante, es un parámetro inespecífico, ya que también se eleva en ciertas enfermedades óseas o en personas alcohólicas. Pese a su inespecificidad, permite detectar de manera precoz muchas patologías. Además, es un examen sencillo y rentable. ¿Qué es exactamente? ¿Cómo se realiza? A continuación, todos los detalles.
¿En qué consiste la prueba GGT?
La prueba GGT consiste en medir los niveles de la enzima gamma glutamil transpeptidasa en la sangre. Según explica una publicación de Kids Health, esta enzima se produce en diferentes partes del cuerpo. Aun así, la mayor síntesis ocurre en el hígado y en la vesícula biliar.
En la sangre y el resto de órganos los niveles suelen ser mínimos. Por eso, cuando se observa una concentración alta, es posible sospechar sobre algún daño o enfermedad. En particular, la prueba GGT alterada indica que la enzima puede estar escapando del hígado hacia la sangre.
A su vez, esto alerta que el hígado o los conductos biliares están presentando daños. No obstante, hay que considerar que sus niveles son variables. Por ejemplo, en los bebés suelen ser más elevados justo después del nacimiento. Además, cuánto mayor sea su concentración en la sangre, mayor es el daño hepático que padece la persona.
¿Cuándo es necesaria la prueba GGT?
La prueba GGT ayuda a detectar enfermedades hepáticas. También sirve para diagnosticar aquellas patologías que afectan la vesícula y los conductos biliares. De hecho, se emplea de manera específica si se sospecha que hay un daño a raíz del consumo de sustancias o drogas, como el alcohol o algunos fármacos.
El consumo de alcohol es uno de los hábitos más dañinos para el hígado.
En sí, el test se indica cuando aparecen síntomas característicos de estas patologías. Por citar un ejemplo, la ictericia, que es la pigmentación amarillenta de la piel y de las mucosas. Se produce por la acumulación de bilirrubina, que no puede ser eliminada por el hígado.
Otros síntomas que pueden conducir a la realización de esta prueba son los siguientes:
- Orina oscura.
- Heces muy claras (acolia).
- Náuseas y vómitos.
- Dolor abdominal.
Daño hepático o en el conducto biliar
La prueba GGT permite detectar si existen daños en el hígado o en los conductos biliares. La razón es que los niveles de gamma glutamil transpeptidasa son los primeros en aumentar si una persona tiene una obstrucción en esta zona.
Por eso, se considera una de las pruebas más sensibles en relación con las patologías del conducto biliar. Forma parte del llamado ‘panel hepático‘, que agrupa varias pruebas que miden las enzimas hepáticas más importantes (transaminasas).
Las transaminasas más relevantes, además de la GGT, son la alanina aminotransferasa (ALT) y la aspartato aminotransferasa (AST). También se incluyen en este conjunto de pruebas la fosfatasa alcalina y la bilirrubina. Cada una de ellas tiende a elevarse más en ciertas enfermedades.
No obstante, al igual que ocurre con la prueba GGT, todos son parámetros inespecíficos. Lo más relevante es que si la AST está alta, puede ser a causa de un problema óseo o biliar. En este caso, si la prueba de GGT es normal, se consigue localizar el daño en el sistema óseo.
Prueba GGT y abuso crónico de alcohol
Las personas que beben alcohol con regularidad tienden a tener una prueba GGT alterada. La enzima aumenta sus niveles en sangre. De hecho, son superiores en comparación con las personas que beben esporádicamente aunque en mayores cantidades.
Por eso, es un test que ayuda a distinguir entre personas que abusan del alcohol de forma crónica o aguda. Es útil si se desea saber si un paciente sigue bebiendo o lo ha dejado de verdad.
¿Cómo se realiza?
La prueba GGT es muy sencilla de realizar. De acuerdo con una publicación del Hospital San Diego, no es necesario realizar ningún tipo de preparación previa. Pese a esto, sí es aconsejable ayunar durante al menos 8 horas antes.
El médico puede realizar indicaciones específicas para cada paciente. Por ejemplo, es posible que le pida evitar ciertos fármacos o el alcohol antes de la prueba. Este examen se realiza obteniendo una muestra de sangre venosa. Por eso, llevar una camisa de manga corta facilita la extracción.
Lo primero es limpiar la superficie de la piel con un antiséptico. Para que sea más fácil encontrar la vena, se coloca una banda elástica a modo de torniquete alrededor del brazo. Así se consigue que las venas se ingurgiten de sangre.
Después, se inserta la aguja. Lo habitual es que la muestra se obtenga en la parte interna del codo. También puede extraerse del dorso de la mano o incluso del pie. La sangre se recoge en un vial para ser transportada al laboratorio.
Una vez se ha conseguido la cantidad necesaria, se retira la banda elástica del brazo. La zona de la punción se presiona con un algodón y se extrae la aguja. La prueba GGT se realizará en el laboratorio a partir de la sangre obtenida.
Obtención de los resultados y riesgos
Una vez se obtiene la sangre, se lleva al laboratorio y se procesa en una máquina. Los resultados se obtienen de forma rápida, en cuestión de pocas horas. La cuestión es que si se observan alteraciones, serán necesarias más pruebas.
En general, se trata de un procedimiento sencillo, seguro y práctico. Como en cualquier análisis de sangre, pueden surgir algunos problemas. Por ejemplo, que aparezca un pequeño hematoma en la zona de la punción.
También es posible que los pacientes se mareen y se desmayen al obtener la sangre. Del mismo modo, puede haber dolor en la zona en la que se insertó la aguja. Como sea, son efectos secundarios autolimitados y de poca importancia
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