Escribo esta columna a segundos de leer el tuit que de seguidas copio:
«Locura total o mundo bizarro, la oposición venezolana, seleccionará a su candidato, solicitando al nefasto CNE oficialista, «asistencia técnica» para que tutele dicho evento. Cuervos cuidando carne. Es casi seguro, que la tendencia irreversible, hará acto de presencia».
Cualquiera diría que el mismo está referido exclusivamente a la situación candidatural que la oposición venezolana dilucidará en octubre, pero ello sería una lectura simplista.
Luego de leerlo, así lo creo, debe uno concluir que la situación venezolana no tiene solución política puesto que, de realizarse mañana o en un año elecciones presidenciales, el sistema será el mismo con el que la oposición realizará su primaria, uno en el cual intervendrá ese CNE puesto que, salvo acuerdo mejicano, es el que estará vigente al momento de dilucidar quien sustituirá en Miraflores al actual ocupante de palacio.
Desde hace varios años se insiste con paciencia digna de mejor causa, unas veces explícitamente pero en la mayor de ellas de forma sibilina, que la situación venezolana solo es posible resolverla a plomo limpio, vía TIAR, marines o cualquier otro medio similar ejecutado, ni más faltaba, por terceros mientras sus promotores lo ven a la distancia y se comen una cotufa acompañada de gaseosa, como si estuvieran en el cine.
Insisten así, machaconamente, en demeritar el sistema electrónico, que es -guste o no- el previsto en la ley y que el gobierno, que todo el poder interno en Venezuela controla, no cambiará pues le ha beneficiado, más por la cantaleta de algunos adversarios, que por decisiones de los poderes internos.
Esos portavoces del no voto o el imposible voto manual, son los mejores voceros del sistema actual venezolano, no requiriendo quienes detentan el poder gastar un solo cobre en pretender modificar la matriz que ha permeado en algunos.
Quien quiera ganar elecciones en la actual situación de la institucionalidad venezolana requiere varias condiciones básicas, a saber: tener los votantes; que estos asistan a votar y lo hagan por el; tener testigos que protejan la decision adoptada en la mesa; que ese testigo se quede con una copia del acta contentiva del resultado y la entregue al comando de su afecto para que allí se totalice íntegramente y finalmente, para que el cambio sea posible vista la naturaleza de la administración actual interna de Venezuela, que la diferencia sea notoria, vale decir, que gane por nockout.
Adicionalmente a ello, visto que la elección será automatizada, el candidato respectivo debe tener su personal capacitado para evaluar todo el sistema informático que transmitirá, almacenará y cuantificará los resultados respectivos
Todo ello, sin embargo, no garantiza que cobrará una eventual victoria. Requiere, adicionalmente, que esta sea reconocida, no por quien resultó derrotado, sino por quienes tienen el poder de las armas, los militares que, en la actual situación venezolana, opinarán, nadie lo dude.
Así las cosas, el eventual cambio político en Venezuela no depende de si el voto es manual o automatizado. Está sujeto a que quien aspire cambiar las cosas, tenga aceptación popular, representación en todas las mesas, respaldo técnico, político y también militar, sumado, como ya expresé, a una diferencia sustancial de votos.
Si cumple todas esas condiciones, veremos el cambio, de lo contrario, la travesía por el desierto continuará seis años más.
Gonzalo Oliveros Navarro
@barraplural
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