22 de noviembre de 2024 4:07 AM

Oscar Arnal: Peligroso: Venezuela en guerra

Se sabe cuándo comienza una guerra, pero nunca cuándo, ni dónde, ni cómo termina. Una sola chispa puede incendiar la pradera. Putin está demostrando que es capaz de todo y la humanidad es testigo de las atrocidades de una guerra cruel e inhumana. De perder la guerra se arriesga a salir de su propio gobierno. Aquí no habrá ganadores. Si Putin asesina a Zelenski e impone un gobierno satélite, le será imposible mantenerlo por mucho tiempo. “La revolución naranja” en 2004 y los acontecimientos que derrocaron diez años después al presidente prorruso Víktor Yanukóvich demuestran que el pueblo ucraniano no dejará títere con cabeza. Por lo demás, Putin arriesga su vida, un cohete teledirigido podría hacer lo mismo que con Soleimani. Lo más dramático es que esta pudiera ser la última guerra, imagínense qué hubiera sido del mundo si Hitler hubiera tenido en sus manos la bomba atómica. Ahora Putin la tiene, junto a otros 8 países. Putin tiene 22 años en el poder. Ya decía el filósofo y político Lord Acton “el poder corrompe, el poder absoluto corrompe absolutamente”. Putin añora la vuelta a la Unión Soviética, él mismo declaró que su desaparición fue lo peor que le pudo pasar al mundo. Hoy quiere restablecerla a como dé lugar, sin tener los medios de cómo lograrlo. No le importa violar la Carta de la ONU, las negociaciones anteriores, los tratados de derechos humanos, ni cometer todo tipo de crímenes de guerra. Aunque las negociaciones y el diálogo son necesarias para parar la guerra, a Putin no se le puede creer nada. Recordemos a Hitler en la Convención de Múnich, un año antes de la Segunda Guerra Mundial. Hitler a pesar de haber firmado la paz, (tal como lo hizo Putin con “los acuerdos de Minsk”), un año después invadió Polonia, estallando la conflagración total. Más tarde Hitler también violó el pacto que había firmado con Stalin de no agresión. Algunos reputados psiquiatras ya hablan que Putin pudiera estar sufriendo del síndrome hitleriano, actuando de forma errática y presentando problemas mentales. Otros explican que su “conducta psicópata” sigue su curso y las pruebas están en los asesinatos del exagente de los servicios de inteligencia Alexánder Litvinenko, la periodista Anna Politkóvskaya, el diputado Serguéi Yushenkov, la activista pro derechos humanos Natalia Estemírova, y el exministro y líder opositor Borís Nemtsov, cuyas actividades eran contrarias al régimen. A esto se agrega el caso Navalny, a quien trataron de envenenar y terminaron encarcelando. En este sentido, se suma la llamada segunda guerra de Chechenia, la invasión de Rusia a Georgia por Osetia del Sur y Abjasia en 2008, la anexión de la península de Crimea y las atrocidades en el conflicto en Siria. En Rusia las cárceles no se dan abasto para el número de detenidos que protestan contra Putin por una guerra inhumana.

El Nacional / @OscarArnal

En la misma dirección que la Rusia de Putin aprovechando la coyuntura, China podría hacer lo que viene planeando hace años e invadir a su vez Taiwán. Estados Unidos podría entonces asegurar su zona natural de influencia, y tomar Cuba, Venezuela y Nicaragua. Hay un refrán que señala “que cuando los grandes pelean, los pequeños que se meten salen estropeados”. En ese sentido, las declaraciones de Maduro sumándose de forma incondicional a Rusia, ponen a Venezuela en el ojo del huracán continental. De manera torpe, se rompe con la tradición histórica nacional de no involucrarnos en conflictos ajenos. Durante la Primera Guerra Mundial el presidente Juan Vicente Gómez sentía una empatía sin igual por los alemanes. Sin embargo, se mantuvo en silencio. Durante la Segunda Guerra Mundial, a pesar de que el petróleo venezolano resultó vital para el ejército aliado, Venezuela se mantuvo neutral, aún cuando países afines como Argentina se sumaban a la guerra.

Los acontecimientos están en pleno desarrollo, las consecuencias económicas ya son devastadoras para la recuperación económica mundial. Rusia no tiene la capacidad para aguantar demasiado tiempo. Su talón de Aquiles está marcado por una moneda que se viene a pique y un mercado bursátil que está perdiendo lo inimaginable. El gas y petróleo que Rusia vende a Europa está en juego. Rusia hoy es un gigante con pies de barro. Su economía es una décima parte de la de China. A partir de la caída de la Unión Soviética catorce países nuevos han ingresado a la OTAN.

En esta guerra de nuevo están enfrentadas las tiranías contra los gobiernos libres. Los valores de la libertad, los derechos humanos y la legalidad contra el absolutismo y el personalismo. Ojalá y esto no vaya a más. Aunque los próximos días serán muy duros. Aquí la sensatez debe privar en función de que no haya más muertos, ni heridos, y que pueda salir adelante la economía mundial, luego del fin de la pandemia.

Putin, tal como lo aseguró Biden ayer en el discurso de la Unión, pagará caro las consecuencias. La Corte Internacional de Justicia y la Corte Penal Internacional ya están trabajando sobre el caso…

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