La edición de este jueves de La Voz Argentina tenía una emoción reservada para la familia Montaner. Una historia de nostalgias, desarraigos y desafíos, que unió a papá Ricardo, con sus hijos Mau y Ricky gracias a Jassiel Colmenares, una joven participante venezolana que movilizó lo más profundo de sus sentimientos. Una historia en la que vieron reflejada sus propias historias y las de tantos compatriotas.
Por: El Espectador de Caracas con información de Infobae
Jassiel tiene viente años y desde hace tres que se vino a vivir a nuestro país. “Siempre supe que me quería dedicar a la música y de todos los países de Latinoamérica, el mejor para eso era Argentina”, contó en la previa a la que llegó en compañía de sus padres, quienes viajaron especialmente para la ocasión.
Ala hora de cantar, la joven se lució interpretando “Mi gente”, el tema de J Balvin al que le agregó una pequeña licencia poética a la versión original. “Y aunque yo no lo creía / estoy en La Voz Argentina / cumpliendo el sueño, que desde pequeño yo siempre tenía”, cantó Jassiel. Durante su performance, se dieron vuelta primero Mau y Ricky y más tarde, Ricardo. Al escuchar su procedencia venezolana, entendieron de dónde venía ese plus que los había cautivado. “La tierra tira”, dijeron casi a tres voces, y fue papá Ricardo quien tomó primero la palabra.
Nacido en Valentín Alsina, Montaner siempre manifestó sentirse un privilegiado por pertenecer a dos países: la Argentina que lo vio nacer, la Venezuela que lo cobijó. Y con ese puente como referencia, le dio la bienvenida al país y al certamen e inició su emotiva devolución evocando su anterior paso como jurado. “Me tocó encontrarme con paisanos que llenaron mi corazón y llenaron el programa de alegría”, recordó, y advirtió que se estaba emocionando.
“Si bien es un pueblo muy sufrido y que necesita aire limpio y sentirse en libertad nuevamente, han salido unos exponentes que no solo en la música han tocado la puerta de Argentina y les han abierto los brazos”, señaló el jurado con los ojos vidriosos. “Me los encuentro trabajando en todas partes: en restaurantes, en los cines, repartiendo comida, y me emociona mucho saber que estás buscando el sueño que los que quedaron allá han perdido”, agregó.
Al finalizar, el autor de “Soy feliz” agradeció al canal y al programa “por permitirnos sensibilizarnos a nosotros los jueces, y de reencontrarnos con lo más importante que es el corazón de toda esa gente que extrañamos”. Mientras tanto, las cámaras validaban cada una de sus palabras, mostrando las lágrimas en los rostros de sus colegas Soledad Pastorutti y Lali Espósito.
“Estoy de acuerdo con mi padre: yo doy gracias a Dios por la Argentina”, arrancó Mau y habló de su propia historia como inmigrante. “Aquí empecé a vivir mi sueño y te veo aquí y digo ‘guau, que lindo que tú estés viviendo algo parecido a lo que viví yo’”, señaló, para luego aconsejar a la participante con la experiencia acumulada junto a su hermano: “Cuando a uno no le funcionan las cosas, uno empieza a sentir frustración con ciertos lugares. En el caso de Argentina no fue así, aunque no nos escuchaban, la Argentina siempre nos prestó sus oídos y nos dieron muchísimo amor”, agregó con gratitud.
En el plano musical, elogió la actuación de Jassiel, al destacar que no había elegido una canción fácil de interpretar: “La hiciste tuya. Y esa última parte que agregaste me dio escalofríos”, admitió. En este punto, su hermano Ricky la desligó de responsabilidades a la hora de elegir en qué bando participar: “Me encantaría que estuvieses en nuestro equipo, pero sé que en el de mi padre te va a ir muy bien. Yo he sido parte del equipo Montaner desde que nací y me ha ido bien”, bromeó.
Pero la joven, que seguía cada palabra con una mezcla de felicidad y emoción, tenía una decisión tomada de antemano: “Venía con algo en la mente y voy a serle fiel a eso que el corazón me dijo: me voy con Mau y Ricky”, anunció la joven y por esta vez no hubo lugar para las habituales chicanas entre los jurados: “Esta siento que lo ganamos los tres”, sentenció Mau. A esa altura, Jassiel era un racimo de lágrimas junto a sus padres.