Parosmia: cuando los olores se vuelven insoportables

El trastorno de parosmia, a menudo subestimado, se destaca por la percepción desagradable de olores comunes, como el café o la fruta, que pueden oler a basura o huevos podridos para quienes lo experimentan. Acompañado por la fenomenología de la fantosmia, que implica la detección de ‘olores fantasmas’, este desafío ha llevado a los otorrinolaringólogos a emplear desde 2009 un novedoso entrenamiento olfativo.

Este método implica exponer a los pacientes a cuatro tipos diferentes de aromas, como floral, limón, eucalipto y clavo, con el objetivo de entrenar al cerebro para identificar y recordar olores, con la esperanza de regenerar células olfativas dañadas. Sin embargo, la efectividad de esta técnica no es uniforme en todos los individuos.

La estrategia se enfoca en intervenir sobre los ganglios estrellados, componentes del sistema nervioso autónomo ubicados a cada lado del cuello. Un reciente estudio ha explorado una alternativa mediante la administración de una inyección anestésica directa en el ganglio estrellado, presentando ventajas como la brevedad del procedimiento (menos de diez minutos) y su carácter mínimamente invasivo, sin necesidad de sedación ni analgesia intravenosa.

Con información de El País

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