París 2024 propuso desde sus primeros pasos un nuevo modelo de Juegos mucho más sostenible, con la limpieza del Sena como su hito más simbólico y con la promesa no solo de menos contaminación y despilfarro de recursos, sino también de una herencia verde para la ciudad.
Inicialmente, el proyecto parisino aspiraba a ser la primera cita olímpica con un “impacto positivo” para el clima, pero esa meta se moderó hasta el objetivo de reducir a la mitad las emisiones normales de carbono.
Se calculan en unos 1,58 millones de toneladas de CO2 equivalente, muy por debajo de los 3,5 millones de Londres y de Río e incluso de los de Tokio (1,96 millones de toneladas de CO2 equivalente), celebrados en 2021 bajo el impacto de la pandemia de covid-19.
La principal baza de sostenibilidad de París es que el 95 % de los recintos olímpicos existían ya o tienen carácter temporal, por lo que no se necesitaban grandes recursos para la construcción.
En alguno de los casos, los Juegos han sido la excusa para emprender reformas, como la del majestuoso Grand Palais (que data de 1900 y que acogerá las pruebas de esgrima y taekwondo), un esfuerzo que también quedará como legado para la ciudad.
Pero la más significativa de las mejoras no se ha dado en un edificio, sino en el Sena.
Con información de EFE
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