Lo único cierto es que la gravedad de la situación mundial avanza. No sabemos hasta dónde llegará. Todos elevamos plegarias por la paz y por una pronta solución estable al conflicto derivado de la invasión del gobierno ruso a Ucrania. Nuestra apreciación es que Putin puede lograr un relativo éxito militar, aunque no en el tiempo ni con la rapidez que esperaba. Pero el descrédito moral y político lo condena a una derrota que jamás imaginaba. Mientras tanto, la resistencia del pueblo ucraniano, con su gobierno y presidente a la cabeza, pasará a la historia como uno de los grandes eventos contemporáneos.
Venezuela no es ajena al problema. El régimen ha anunciado irresponsablemente un apoyo incondicional a Putin y el mundo sabe que juega un papel importante con relación a esta parte del planeta y por su cercanía física a Estados Unidos. Aún no están claros los propósitos de la reciente visita de enviados del alto gobierno norteamericano ni lo verdaderamente tratado tanto con las cabezas del régimen y supuestamente también con voceros de la oposición. Progresivamente todo quedará al descubierto. No hay secretos eternos.
Es cierto que Venezuela es un país con enormes reservas petroleras, pero también es cierto que no está en condiciones de suplir las necesidades energéticas provocadas por la ausencia de petróleo y gas de Rusia. Ni a corto ni a mediano plazo. La industria petrolera está en el suelo como el resto de las actividades productivas. Se necesitará de una gran inversión nacional e internacional para construirla de nuevo y de un grado enorme de seguridad jurídica totalmente inexistente en este tiempo.
Hemos insistido en darle prioridad a lo nuestro. Más allá de los factores internacionales internamente se camina hacia peor. No hay políticas definidas para revertir hacia lo positivo lo malo de más de veinte años de “socialismo del siglo XXI”. A pesar de la represión contra las personas y los pocos medios de comunicación independientes que aún quedan, la población está harta y bien informada gracias a las redes internas y externas. La situación es tan grave y peligrosa que ya hay alrededor de siete millones de compatriotas fuera de Venezuela. La migración más grande del continente y quizás la primera o segunda del mundo entero.
La obligación inmediata de los partidarios de la vida en democracia y libertad es poner todo el empeño en liquidar al usurpador régimen responsable de la catástrofe. Es válido para todos los países que creen en los valores mencionados y naturalmente para los propios venezolanos estén dentro o fuera de las fronteras patrias. No se trata de dar un salto al vacío. Tenemos cómo y con quiénes hacerlo. Ojalá y no falle la voluntad.
Seguimos muy de cerca la realidad política y electoral de Colombia. Atención.