Mucho se ha dicho y escrito sobre la importancia que tienen los diálogos políticos en la estabilidad institucional de las naciones, ya que permiten evitar las confrontaciones extremas y tienen el beneficio de crear una atmosfera para el entendimiento y expectativas positivas que ayudan a construir ambientes cargados de responsabilidad y potencian las condiciones objetivas para la solución pacífica y civilizada de los problemas y conflictos que existen entre sectores radicalmente enfrentados ante una situación determinada, que aparecen desde el punto de vista teórico con posiciones aparentemente irreconciliables.
Podemos destacar que lograr que se sientan alrededor de una misma mesa de diálogo factores políticos que piensan diametralmente diferente representa el primer gran logro de un diálogo político, para luego dar paso a otros momentos que son extremadamente delicados y difíciles, porque debe existir una disposición real y concreta de querer negociar y ceder en las diferencias y el compromiso de respetar los acuerdos.
En el caso venezolano, los últimos llamados a los diálogos políticos tienen una perversa particularidad: el nefasto papel de las ilegales sanciones que no solo han afectado la calidad de vida de las y los venezolanos, sino que también han convertido a las medidas coercitivas unilaterales en una ilegitima intromisión en contra de Venezuela, por parte del imperio estadounidense y la Unión Europea, que en una actitud supremacista y prepotente se han ensañado de manera impune y descarada en un brutal irrespeto a nuestra soberanía e independencia, dándole una patada a todo lo consagrado en el derecho internacional público: la resolución de los conflictos entre los Estados tienen que ser por la vías diplomáticas y pacíficas.
Y las ilegales sanciones, con sus criminales bloqueos que se han estado utilizando para “presionar y aislar” al chavismo venezolano en el poder como estrategia política para lograr la renuncia del presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro, ahora son un instrumento para el chantaje, cuando los sancionadores dicen: “en la medida en que el diálogo tenga resultados positivos a favor de la oposición, iremos rebajando las sanciones”.
Politólogo