22 de noviembre de 2024 8:48 AM

César Tinoco: ONG diplomática

En el tema de las estadísticas descriptivas, un valor atípico u “outlier” es una observación dentro de una muestra o una serie temporal de datos, que no es consistente con el resto. El tema con los outliers es que, en muchos casos, no tienen influencia en las métricas de tendencia central como la mediana y la moda. Sin embargo, si impactan y afectan el promedio, una estadística descriptiva de mucho uso, y también a métricas de extraordinaria importancia como la correlación.

Hay casos en que para evaluar la bondad de la relación entre métricas (por ejemplo gastos de mercadeo y ventas), se calcula la correlación entre ellas. La idea es indagar sobre la relación entre las métricas aunque, hay que subrayarlo, la correlación no implica la causa-efecto entre las mismas. Hay algunas relaciones causa-efecto que son evidentes (como la mencionada entre mercadeo y ventas) pero otras no lo son y hay que utilizar si es el caso y se quiere explicitar la relación causa-efecto, por ejemplo, un test de causalidad de Wiener-Granger

Un caso que vale la pena reportar relacionado con Venezuela es la relación que existe entre el Índice de Libertad Económica (heritage.org) y el Índice de Progreso Social (socialprogress.org).

Ahora en el primer trimestre de 2023 fue publicado el Índice de Libertad Económica, con datos de 2022. El Índice de Libertad Económica evalúa 12 libertades desde los derechos de propiedad a la libertad financiera, pasando por libertad de hacer negocios, libertad de comercio, libertad fiscal, etcétera.

En dicho índice, Venezuela aparece ubicada, en una lista de 176 países, de antepenúltima (lugar 174) con una puntuación de 25,8 puntos en libertad económica mientras que Cuba acompaña a Venezuela, en el penúltimo lugar, con 24,3 puntos. El último lugar es ocupado por Corea del Norte con 2,9 (dos coma nueve) puntos. En esos 174 países el promedio en libertad económica está representado por una cifra de 59,3 puntos.

El país que ocupa el primer lugar es Singapur con 83,9 puntos y el primer país latinoamericano que le sigue es Chile, en el lugar 22, con 71,1. No hay siquiera que decirlo: hay una distancia abismal entre Venezuela y Chile desde la perspectiva de este índice. También y desde la perspectiva del promedio explicitado, Venezuela está ubicada 86 puestos por debajo del mismo. En la página 24 del Índice de Libertad Económica aparece explicitada, tanto en una gráfica como en una correlación, la relación entre el Índice de Libertad Económica y el llamado Índice de Progreso Social.

Este último índice se define como la capacidad de una sociedad para satisfacer las necesidades humanas básicas de sus ciudadanos, establecer las bases que permiten a los ciudadanos y las comunidades mejorar y sostener su calidad de vida, y crear las condiciones para que todos los individuos puedan alcanzar su verdadero potencial. El Índice combina tres dimensiones – necesidades humanas básicas, bienestar fundamental, y oportunidades de progreso. Cada dimensión está conformada por cuatro componentes, los cuales están compuestos por entre tres y cinco indicadores de resultados concretos.

El caso es que la correlación entre el Índice de Libertad Económica y el Índice de Progreso Social, para los datos de 2022, es positiva, alta e igual a +0,78 y lo cual quiere decir que a mayor libertad económica pues más progreso social y viceversa. Sin embargo y si bien Venezuela aparece reportada en el Índice de Progreso Social, para el cálculo de dicha correlación no fue tomada en cuenta. ¿Y saben ustedes la razón amigos lectores?

Los datos de Venezuela utilizados por la ONG que reporta el Índice de Progreso Social hacen que a la libertad económica de Venezuela de 25,8 puntos le correspondan 58,6 puntos de progreso social y ese es un valor sumamente alto –un outlier- para un país que ocupa el antepenúltimo lugar en libertad económica y que, de paso, evidencia no solo un total colapso en todos sus servicios públicos sino altísima inflación y nulo crecimiento económico. De hecho, el promedio entre las 162 economías que fueron tomadas en cuenta para materializar la correlación, fue de 59,6 puntos para libertad económica y de 67,2 puntos para progreso social, entonces, ¿cómo es posible que un país con las características de Venezuela pueda tener un progreso social cercano al promedio mundial?

Una conjetura es la baja “calidad” de las cifras de Venezuela utilizadas por la ONG responsable del Índice de Progreso Social que luego, al alimentar el modelo correlacional, convierten a Venezuela en un outlier. Por tal razón, la correlación entre el Índice de Libertad Económica y el Índice de Progreso Social es calculada sin el valor de Venezuela.

El anterior es un ejercicio de diplomacia sublime por parte de la ONG que elabora el Índice de Progreso Social pues si bien reportan el resultado para Venezuela con sus cifras de baja calidad que conducen a un progreso social notorio de 58,6 puntos (versus el promedio mundial de 67,2 puntos), tal resultado no es tomado en cuenta para materializar la correlación entre los índices.

De hecho y según la correlación mencionada (+0,78), a Venezuela le correspondería -con una libertad económica en 25,8 puntos- un progreso social comprendido entre 21,9 puntos y 38,5 puntos, es decir, un progreso social muchísimo menor y con características consistentes con el Índice de Progreso Social reportado para Eritrea (34,9), Chad (34,7) y República Centroafricana (32,4).

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