En un país eminentemente matriarcal como el nuestro, el concepto de mujer me remite a esas venezolanas que, en este y otros tiempos, han asumido el reto de sacar adelante a sus familias, a menudo solas, y cargando sobre sus espaldas con la responsabilidad de velar económicamente por el bienestar de sus hijos.
Sin embargo, hoy en día hay venezolanas que han trascendido la esfera de lo doméstico y están cambiando el mundo, inclusive más allá de nuestras fronteras, aunando a lo mejor de nuestra idiosincrasia una formación que con frecuencia ha abrevado en diversas fuentes. Tal es el caso de Nathaly Alviarez de Villavicencio, quien, animada por la idea de proseguir con la carrera que había iniciado en Venezuela, se ha establecido en Madrid, fundando un despacho de abogados consultores que promete constituirse en uno de los más firmes y efectivos puentes entre Venezuela y España.
“Llegué a Madrid a principios de 2018, dispuesta a crecer académica y profesionalmente junto a mi familia”- expresa Nathaly, quien se enfrentó a las mismas vicisitudes que otros inmigrantes: si deseaba ejercer su profesión, tendría que convalidar su título, lo que le supuso complementar sus estudios durante dos años más. “Mi esposo y yo nos sentábamos en los pupitres de la Universidad Carlos III y, en paralelo, seguíamos trabajando a distancia con nuestros despachos en Venezuela, con despachos en España, hacíamos mudanza, cuidábamos de nuestros hijos, manteníamos nuestros roles de esposos y estudiábamos mucho durante las madrugadas”, relata.
Culminó su formación durante la pandemia, tras haber estado separada de su esposo, quien había quedado varado en Venezuela. Al reencontrarse, decidieron que había llegado el momento de instalar su despacho, convirtiéndose en la única firma con sede propia en España (Madrid) y en Venezuela (Caracas y Barquisimeto). Hoy, después de tres años, cuentan con un departamento de extranjería , uno de asesoría fiscal, otro de asesoría estratégica en asuntos corporativos y un área de litigación.
“Nuestros clientes son empresarios, emprendedores, profesionales. Venezolanos y españoles íntegros que creen en sus capacidades y desean explotarlas en uno u otro continente”, explica.
Nathaly no solo brilla en el ámbito profesional, sino que, además de abogada, es esposa, madre de dos niños, hija, hermana y amiga.
Cuando indago acerca de los obstáculos que ha confrontado hasta lograr establecerse en Europa, me responde: “Emigrar a los casi 40 años ha sido más que un obstáculo ¡todo un reto! Volver a sentarme en el aula de una universidad desconocida para mí, después de haber realizado en Venezuela dos postgrados y tres diplomados, trabajando a distancia al mismo tiempo para atender a los clientes que sigo teniendo en Venezuela, ha supuesto una verdadera carrera donde no caben desánimos”, señala.
Me pregunto si piensa regresar a nuestro país. ¿Supone el instalarse en España una forma de quemar las naves? Ella responde: “Siempre regreso a Venezuela. Nunca me he ido definitivamente. Mi familia y mis más profundos afectos siguen allí. Regreso cada vez que puedo para atender compromisos familiares y profesionales. Salí de mi país para internacionalizar nuestra firma y lo he logrado, pero no dejó de estar en mi país”.
En un gesto de gratitud y reconocimiento expresa: “no olvido que lo que tengo es por mi gentilicio, por la educación y por la experiencia que me brindó mi país”. Y aboga por el que considera el más audaz de los valores del hombre: la esperanza: “Aunque te opongas a ella, te acompañará y te mostrará el camino”.
linda.dambrosiom@gmail.com
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