El renacer del arte contemporáneo en Porlamar: el Museo Francisco Narváez vuelve a la vida

El delicado y refinado oficio artístico del tallado de madera siempre estuvo presente en la familia Narváez Rivera. Más que un trabajo, era una forma de vida para el ebanista, restaurador, alarife y maestro de obra José Lorenzo Narváez, sustento y patriarca de una numerosa familia conformada por los 11 hijos con Vicenta Rivera, su esposa. Conocido por los vecinos de Porlamar como “Don José”, este multifacético creador lograba un acabado perfecto en cada pieza. Al trabajar transformaba la madera en muebles refinados o en imágenes de santos. Mientras él tallaba, (a veces para construir, otras para restaurar), sus hijos lo observaban. Pero sólo el quinto de los once hermanos se interesó profundamente por el oficio del padre.

Nadie se lo esperaba, pero ese pequeño niño curioso, nacido en Porlamar en 1905, que creció viendo a Don José tallar la madera, se convirtió en uno de los artistas plásticos más importantes del arte de Venezuela. ¿Su nombre? Francisco Narváez, cuya obra es parte de la identidad visual de Caracas, aunque muchos lo ignoren. En Porlamar, estado Nueva Esparta, un museo lleva su nombre en su honor luego de que donara 50 de sus obras más reconocidas. Se trata del Museo de Arte Contemporáneo Francisco Narváez, institución que este año reabrió sus puertas luego de dos años y medio de cierre por labores de restauración y mantenimiento. El regreso lo hace con una exposición que se inauguró el 18 de febrero, Francisco Narváez y sus contemporáneos, una muestra que incluye 46 piezas de 17 artistas.

Los últimos años no han sido fáciles para el Museo Francisco Narváez que, día a día, lucha contra las condiciones ambientales de la Isla de Margarita. La humedad, el salitre y los altos niveles de salinidad afectan constantemente la instalación que, un año antes de su cierre, ya presentaba notables riesgos para quienes acudían a sus espacios. A esto se le suma la difícil situación económica que atraviesa el país y de la que el museo no escapó.

Amanda Soriano, directora de la institución, comentó que el museo tuvo que hacer frente a varios hechos que sucedieron uno tras otro. Primero, dejó de recibir el aporte que daba el gobierno regional. Cuando se redujo el presupuesto, cortaron los fondos destinados a las instituciones culturales y sus programaciones. Lo primero que se reduce siempre es el presupuesto de cultura. Eso trajo como consecuencia que la seguridad en las instalaciones fuera inexistente: aunque se esforzaban por vigilar de día, quedaban desoladas por las noches.

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