Dice el dicho que “no hay peor cuña que la del mismo palo” y todo parece indicar que están en lo cierto quienes esgrimen ese proverbio, si nos atenemos a los relatos de las víctimas de quienes forman parte de una familia castrense en la que los que se encuentran, cara a cara, en los círculos militares, terminan siendo torturados y hasta asesinados, por algunos de esos “compañeros de armas”. Pues bien, hoy dedico este artículo a todos los presos civiles y militares, a los policías metropolitanos que trasladaron el pasado viernes a la cárcel de presos comunes Fénix, en Barquisimeto, para humillarlos y torturarlos, más de lo que ya lo han hecho, y con ese dolor también arrastran a sus familiares. Que quede este escrito como un testimonio de que no los olvidaremos jamás, que están en la memoria agradecida de los venezolanos por sus sacrificios, su coraje y determinación de mantener vivo el compromiso de darlo todo hasta liberar a Venezuela de esta narcodictadura.
Pero también estas letras son una pregunta para los jefes militares que deberían estar al tanto de que están matando cruelmente a sus compañeros de academia, esa escuela que ya dejó de ser la casa de los sueños azules, para convertirse en “La Casa de los Locos”, nombre con el que identifican a una de las ergástulas en las que se ejecutan los suplicios que terminan cegando la vida de sus compañeros de uniforme.
La señora Moly De La Sotta, hermana del capitán Luis De La Sotta, está recorriendo el mundo, con un admirable sacrificio, para defender los derechos no solo de su hermano encarcelado, sino también de todos los que padecen estas vejaciones. Así es como ella cuenta que “100% de los militares detenidos, ha sufrido torturas físicas o psicológicas, 95% ambas”. En los sótanos de la DGCIM se construyeron celdas de torturas conocidas como El Cuarto de los Locos, El Tigrito, El Ascensor, La Nevera, El Ataúd, La Casa de los Sueños, etc., donde son torturados los presos. Desde el año 2017, estas torturas se han ido incrementando en crueldad e intensidad hacia militares y civiles que manifiesten cualquier tipo de inconformidad.
El asesinato por torturas del capitán de corbeta Rafael Acosta Arévalo, refleja el patrón de conducta de un Estado que actúa con total impunidad. El 21 de junio 2019 estando de visita en Venezuela la alta comisionada de la ONU Michelle Bachelet, el capitán fue detenido por la DGCIM, sin orden de aprehensión. Durante los 8 días siguientes, lo torturaron hasta presentarlo en el tribunal en silla de ruedas, casi sin respirar, donde murió a las 8:30 de la noche, frente al juez militar Amezquita Pion, el cual mandó a retirar el cuerpo con la misma DGCIM, y continuó con la audiencia de presentación hasta la madrugada de los 5 militares detenidos junto con el capitán, quienes también estaban visiblemente torturados. Hasta ahora no se ha denunciado al juez, el fiscal y todos los funcionarios que presenciaron la muerte del capitán. Según su viuda, Waleska de Acosta, los dos únicos imputados por el homicidio y torturas del capitán, se pasean libremente por la ciudad de Caracas, sin que haya habido justicia para tan brutal crimen y mucho menos reparación para su familia.
Desde 2014 en adelante, de las 20 causas abiertas a militares como Golpe Jericó, Golpe Azul, Escudo Zamorano, Transición del Pueblo, Armagedón, Sargentos de Cotiza, Operación Libertad y Drones, entre otras, la DGCIM ha involucrado a los militares con dirigentes políticos; sin embargo, en estos 7 años ha sido poco o nada el apoyo que se le ha dado a los militares y sus familias para visibilizar ante el mundo, su prisión, sus torturas y exigir su libertad. Los militares de la Operación Libertad del 30 de abril 2019, fueron detenidos y torturados, aún permanecen detenidos 10 militares que están en medio de un juicio que podría sentenciarlos a 30 años de prisión por traición a la patria.
Entre las torturas que han recibido los militares se ha denunciado: alzamientos con las manos hacia atrás o en forma de bulto, golpes con palos, bates y cadenas de metal, asfixia por inmersión y con bolsa plástica, electricidad en genitales y partes blandas del cuerpo, aplicación de polvo lacrimógeno en el rostro, cortes en las plantas de los pies, acostados boca abajo para caminar sobre su espalda, aplicación de agua con ácido en la piel, amenaza de muerte con pistola dentro de la boca, desnudez forzada en ambientes fríos, amenazas de violación, en algunos casos violaciones con fusil o un palo, restricción de alimentos, agua potable y sueño por más de 24 horas, permanecer por más de 24 horas en posiciones de estrés, aislamiento prolongado en lugares oscuros e insalubres, confinamiento prolongado, restricción de aseo personal y falta de atención medica”.
Me pregunto: ¿Todos los militares quieren cargar este peso sobre sus conciencias?