SEMANA: ¿Qué lo llevó a investigar la vida de Javier Milei?
Juan Luis González: Lo que intenté hacer con el libro era tomarme en serio a Milei. Sentía en el periodismo, en general, y en el campo político argentino, analistas y dirigentes, que lo subestimaban y lo trataban casi como un chiste y no lo tomaban en serio. O, por el otro lado, se lo demonizaba y se decía que era la mismísima reencarnación de Hitler, y, por lo tanto, se lo caricaturizaba. De ahí también se complicaba tomarlo en serio. Entonces, lo que intento es entender en serio al fenómeno Milei, a sus votantes y a él.
SEMANA: ¿Cuál es la revelación que más lo impacta de Milei como persona?
J.G.: Dos cosas. Una, todo lo que es su vida esotérica y mística. Es muy impactante esto del perro, está convencido de ser el hijo y, cuando el perro muere, contrata una médium que le empieza a conectar con él, el más allá. Y eso se profundiza y termina él no solo hablando en el perro, sino que el perro le abre un canal de luz, dice él, que le comunica con Dios, quien le dice que es el elegido para salvar a la Argentina del maligno y que tiene que meterse en política y que está destinado a ser presidente en el 2023. Y manda a clonar a Conan, su perro.
SEMANA: ¿Y la segunda?
J.G.: La otra que me llamó mucho la atención de Milei es la vida tan dura, tan difícil, tan violenta, tan sola que tuvo, que tiene que ver con las golpizas que le daba el padre de niño. Toda esa violencia, la madre era cómplice de la violencia, el bullying de colegio, la falta de amigos, la falta de parejas, la soledad tan tremenda. Él pasó 15 Navidades y 15 Años Nuevos brindando solo con el perro, le daba champán al perro. Esa es una soledad tremenda.
Tuvo un solo amigo en su vida, con quien se peleó en 2020. Eso genera algo que me sorprende mucho y es que yo termino de alguna manera empatizando con Milei. ¿Cuántas chances tuvo Javier Milei de no ser el Loco? Aparte, esa palabra lo acompaña todavía. En su infancia le decían el Loco. En Chacarita le decían el Loco cuando atajaba en un club de fútbol, el padre justificaba la violencia porque decía que estaba loco.
SEMANA: Qué nos puede contar de esas historias de Milei con sus padres, con quienes él cortó todo contacto.
J.G.: Una anécdota que lo resume muy bien es del 2 de abril de 1982, guerra de las Malvinas. Milei tiene 12 años; su hermana menor, 10. Están viendo la tele en una comida familiar. Está la madre, el padre, pero también otra familia. Y Milei, con la claridad que un niño de 12 años puede llegar a tener, le dice en voz alta algo como “esto va a salir mal, no termina bien”. Y el padre, en un ataque patriótico y violento, lo persigue por la casa y lo golpea salvajemente enfrente de toda la familia. La hermana se desmaya ante la escena, la tienen que internar por el shock que sufre y desde el hospital la madre llama a Milei y le dice: “Tu hermana se va a morir y es culpa tuya”.
SEMANA: Con toda esta investigación que realiza, ¿considera que es peligroso que Milei llegue al poder en Argentina?
J.G.: Me preocupa el cruce entre un país inestable y un líder inestable. Insisto, Milei no es como dice él, él toma decisiones en la realidad con base en la charla con los perros muertos, con Dios y con los seres que se le presentan. Eso yo creo que es muy complejo, en el contexto dramático está Argentina.
Alguien que va a ser comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, como cualquier presidente en Argentina, y que tiene a tiro de decreto cualquier decisión que pueda tomar, hablando con una telépata, que es la hermana, o que tome decisiones con lo esotérico y sobrenatural, me despierta muchas preguntas.
Con información de Semana
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