Hace pocos días recibí un cartel vía WhatsApp, en el que se anunciaba que el Consejo de Publicaciones de la Universidad de Los Andes (CP-ULA), realizaría una Expo-venta del Libro Universitario. Mi alegría fue enorme, porque esa es mi casa editorial, en ella me hice autor y escritor, fue allí en donde comencé a echar a volar mis sueños literarios, cuando sin mayores reticencias me publicaron mi primera novela Espacio sin límite (1995) y, a partir de entonces, aquella relación editor-autor se hizo estrecha y entrañable, hasta hace relativamente poco tiempo, cuando la crisis la golpeó (como a todos los aspectos de nuestras vidas), y la empujó a dejar de ser lo que era: el eje de la vida editorial de la ULA y de la ciudad, con fuerte impacto en todo el país, y fuera de sus fronteras.
Este martes fue el anunciado reencuentro, y créanme que me estremecí: volver al Consejo de Publicaciones, visitar su vieja sede, poder saludar a parte de su atento personal, para mí no tiene precio. Entré con un nudo en la garganta y llegaron a mi mente decenas de extraordinarios recuerdos, amalgamados en los últimos veintiocho años de estrecha relación y amistad.
Pude conversar con la doctora Maja El Halah Mile, su representante legal (y toda una experta en una organización que lleva tatuada en su ser), quien gentilmente me acompañó en el recorrido por los extensos depósitos y anaqueles, en los que hallé un acervo editorial de primer orden, que ya quisieran poseer muchas editoriales nacionales o del exterior. Allí hay miles de ejemplares de libros de distintas colecciones y fondos, obras para casi todos los campos del saber científico, humanístico y tecnológico; piezas de incalculable valor académico y literario.
Me atendieron con gran cariño también las licenciadas Eyhra López y Lidia Márquez, y para mi sorpresa me encontré con la querida colega profesora, poeta y escritora María Luisa Lázzaro, con quien tuve una larga conversación, en la que no faltaron los cuentos y las anécdotas de épocas pasadas, las risas y las tristezas, los anhelos por el retorno del país de las oportunidades, y el deseo ferviente de ver el renacer del Consejo de Publicaciones, para que se erija de nuevo en el motor que impulsó, desde el 27 de octubre de 1976, la vida académica y literaria de la entidad y del país, así (como años después) a la Feria Internacional del Libro Universitario, que fue uno de los más importantes referentes del libro en Venezuela, con relevancia internacional.
El paseo por estantes, anaqueles y mesas de exposición, fue muy grato, porque no solo hallé algunos de mis libros, que son parte esencial de mi vida (Espacio sin límite, Hombre solitario y otros relatos, Tiempos complejos ¿Fin del método científico?, Los libros todavía estaban allí y La impronta intercultural como arquetipo en el mundo de Tulio Febres Cordero), sino además títulos como Miniguerra. Tarea de los cuerpos y Junta de hijas y otras peri-especias de María Luisa Lázzaro, Pruebas de laboratorio. Interpretación clínica, que coordinó el colega Agustín Caraballo, Psicología. Lecturas para educadores de Alirio Pérez Lo Presti, Fonética y fonología de Enrique Obediente, El movimiento del cuerpo humano de Antonio J. Hernández, Jenofonte. Hierón o acerca de la tiranía, traducción de Mariano Nava Contreras, Juan Liscano. A contracorriente de Alberto Jiménez Ure, y muchos otros.
El Consejo de Publicaciones siempre aspiró a convertirse en la gran editorial universitaria, de tal forma que conjuntara en sí misma los esfuerzos editoriales que desplegaban dependencias como el Rectorado, el Vicerrectorado Académico, el CDCHTA, el Vicerrectorado Administrativo, y algunas otras. Eso nunca se alcanzó, pero sí que ella fuera depositaria de las colecciones y fondos de las mismas, razón por la que en sus exposiciones y en las ferias, siempre los promocionó y distribuyó, pasando a formar parte de su extenso catálogo de ofertas académicas y literarias.
Hoy, cuando el Consejo de Publicaciones cumple 47 años de labor editorial, y como promotor de la ciencia, la investigación y la cultura (presidido desde hace varios años por el colega y amigo doctor José Antonio Rivas Leone), ofrece de nuevo a la región y al país su acervo bibliográfico. De hecho, la Expo-Venta que hace pocos días se inició, se editará cada lunes en la mañana, con el propósito de que los universitarios, y el público en general, se acerquen a sus espacios y obtengan a precios solidarios las obras allí preservadas, cuyo espectro e importancia se pierden de vista. Considero también, que esta decisión es una oportunidad inigualable para los libreros, coleccionistas, académicos, escritores, estudiantes y amantes de los libros de Mérida y del país, de poder acceder a buenas obras: por cierto, hoy tan escasas por las circunstancias extremas que vivimos.
Como hijo de esta casa editorial, mi casa hoy y siempre, y agradecido como estoy de que me haya apoyado de manera incondicional durante casi tres décadas, ofrezco servir de punto de conexión entre los interesados en los fondos bibliográficos y el Consejo de Publicaciones, dentro y fuera del país, de tal manera que puedan comunicarse. En tal sentido, quienes me contacten por mi correo les prometo redireccionar sus mensajes, para que obtengan una oportuna respuesta. Es lo menos que puedo hacer: amor con amor se paga, dice el viejo adagio.
rigilo99@gmail.com
Síguenos en Telegram, Instagram y X para recibir en directo todas nuestras actualizaciones