«Que su muerte no sea en vano, que ya pongan orden», dice con voz entrecortada Gloria Ojeda, cuya hija falleció por inhalar monóxido de carbono en un departamento arrendado en una plataforma turística en la Ciudad de México.
Frente a una demanda en pleno auge, las autoridades locales buscan regular esas plataformas, al igual que en otras grandes ciudades turísticas del mundo.
En total cuatro jóvenes murieron a finales de octubre en viviendas particulares arrendadas a través de Airbnb y Booking, en Ciudad de México, según fuentes oficiales.
Angélica Arce, la hija de Ojeda, de 29 años, viajó junto con sus dos hermanos menores a la capital federal desde Tijuana (noroeste) para asistir al Gran Premio de Fórmula 1.
Los hermanos rentaron un departamento a través de Booking en un sector popular entre los turistas.
Los tres hijos empezaron a sentir malestar y fueron hospitalizados. Angélica falleció la madrugada del 30 de octubre.
La joven fue victima de una fuga de monóxido de carbono imposible de percibir, provocada por una deficiente instalación del calentador de agua, según las primeras investigaciones de la fiscalía.
Ese mismo fin de semana, en otro departamento rentado a través de Airbnb, tres turistas estadounidenses perdieron la vida por una intoxicación de gas, según el reporte de la fiscalía.
El novio de una de las victimas no da crédito a la versión preliminar: «Ella me dijo que se sentía como drogada antes de volver al departamento».
¿Cuántas muertes más?
«No entiendo qué esperan las autoridades. ¿Cuántas muertes más quieren?», cuestiona Ojeda, la madre de la víctima mexicana, hablando con la AFP.
La alcaldesa de la capital de México, la izquierdista Claudia Sheinbaum, aseguró días atrás que ya se trabaja en una regulación para la prestación de estos servicios.
«Estamos en una mesa de trabajo con el Instituto de Planeación, empresarios, ciudadanos», dijo.
Para Gloria Ojeda, lo fundamental es establecer responsabilidades en casos de incumplimientos en el servicio o de tragedias.
«Ni siquiera el dueño del departamento nos ha mandado un mensaje para decir ‘lo siento’», reclama.
Con Booking, la familia ha tenido intercambios de correos electrónicos y una llamada telefónica desde Amsterdam, sede de la plataforma.
La «oferta» de la firma, dice molesta Ojeda, para compensar la tragedia es devolver los 600 dólares que pagaron en forma de un vale para ser usado dentro de la misma plataforma.
«Una muerte absurda»
La familia ha contratado a una abogada para seguir el proceso judicial y obtener una reparación del daño tanto del dueño de la vivienda como de Booking.
«Se trata de lograr cambios, no quiero que lo que me pasó le pase a alguien más, es una muerte absurda», dice Gloria antes de quebrarse en llanto.
Cecilia Rodríguez, abogada de la familia, explica que han logrado mínimos avances en un proceso complicado en ausencia de una ley que establezca obligaciones de plataformas y propietarios.
«También deben ser obligadas a tener oficinas en México, para que se hagan responsables de cualquier contingencia», explica.
La diputada opositora Frida Guillén es una de las promotoras de esta legislación en el Congreso capitalino y espera que en febrero oposición y oficialismo voten un proyecto inspirado en una ley del estado de Guanajuato (centro), otro polo turístico mexicano.
«Buscamos que los propietarios cumplan requisitos como estar dentro de un registro de prestadores de servicios, dar garantías de seguridad y protección civil, que cuenten con un seguro y que las plataformas actúen como un tercero solidarios», explica Guillén.
El debate surge mientras Ciudad de México atrae a cada vez más turistas y extranjeros que rentan alojamientos en las plataformas.
Las estancias de largo plazo crecieron de un 30% entre el segundo trimestre de 2019 y el mismo periodo de 2022, según Airbnb, «lo que convirtió a la capital en uno de los destinos más populares a nivel mundial».
A final de octubre, Airbnb anunció una alianza con el gobierno local para promover a la capital mexicana «como un centro global para trabajadores remotos».
Con la llegada masiva de esos «nómadas digitales», los dueños de edificios desalojan a sus inquilinos para rentarlos a mejor precios, según unos testimonios.
«Hay incertidumbre», dice Héctor Flores, dramaturgo de 30 años, quien cree que deberá encontrar otro departamento antes de agosto cuando su contrato expire.
Flores y su compañero de piso, un actor independiente que aparece en Wakanda For Ever, pagan 500 dólares mensuales por dos habitaciones en una zona céntrica. En edificios vecinos, las rentas en Airbnb están al doble…
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