21 de noviembre de 2024 9:21 PM

Maduro Guerra destaca serenidad y esperanza en Venezuela ante elecciones

En el despacho de Nicolás Maduro Guerra hay un pendón del que cuelga una bandera de Venezuela y una silla gamer de Ironman, de la saga de superhéroes de Marvel. “Te diría que mi favorito es el Capitán América, pero sería políticamente incorrecto”, bromea al otro lado de la pantalla. El hijo del presidente de Venezuela, de 34 años, ha pasado por dos matrimonios y ha tenido seis hijas, la primera a los 15. El comandante Hugo Chávez, el hombre que a su muerte le heredó el poder a su padre, le recomendó que ingresara al Ejército de adolescente, pero él no se veía con un fusil al hombro, así que se formó como músico en el sistema de orquestas. Practica todavía la flauta travesera. Estudió economía, a los 22 era jefe de inspectores de la Presidencia de la República y a los 23, coordinador de la Escuela Nacional de Cine. Ahora, es diputado de la Asamblea Nacional y encargado de asuntos religiosos del PSUV, el partido del chavismo.

A veces, recibe llamadas de su padre: “Nicolás, cuéntame qué hay de verdad en esto”. El presidente necesita alguien de confianza que le ofrezca una opinión sincera sobre un funcionario público o que le cuente con detalle un chisme que corre por el Palacio de Miraflores, la sede de Gobierno. Maduro Guerra se aleja de la imagen clásica del chavista; en la pantalla de inicio de su teléfono celular guarda las aplicaciones de los principales periódicos del mundo. Niega que Nicolás Maduro Moros sea un presidente autoritario o que en Venezuela haya persecución política, pese a las denuncias continuadas de las organizaciones internacionales, la detención de personas relacionadas con la oposición (más de 100 en esta campaña) y la investigación de la Corte Penal Internacional.

El único hijo del presidente ha participado en las negociaciones con la oposición en México y en Barbados. Se muestra a favor de dialogar con la Casa Blanca, pero, en la retórica habitual del chavismo, acusa a Estados Unidos de no cumplir nunca sus promesas —Washington piensa exactamente lo mismo en dirección contraria—. Ha viajado a China para tratar de importar ideas del comunismo para aplicar en el mercado venezolano, que ahora vive una recuperación paulatina después de años de una caída brutal. Maduro Guerra se sitúa en un segundo anillo de confianza alrededor de su padre. En el primero se encuentran la primera dama Cilia Flores, los operadores políticos Jorge y Delcy Rodríguez, y Diosdado Cabello, encargado del partido. Justo después, Nicolasito, como le llaman algunos.

P. ¿Cómo ve las elecciones presidenciales del 28 de julio?

R. Muy bien, a favor nuestro. Nosotros hemos estado recorriendo todo el país. Lo que vemos en la calle yo no lo veía desde 2012 [en las que fue reelecto Hugo Chávez], lo tengo que confesar. Esta campaña se asemeja mucho a esa efervescencia que vi entonces. El análisis que nosotros tenemos es que los otros candidatos, incluyendo el candidato de la mediática [Edmundo González Urrutia, candidato de consenso de la oposición], se estancó y nosotros sentimos que tenemos un buen momento para ganar, vamos a tener una gran victoria.

P. ¿De cuántos puntos les dicen a ustedes que es la victoria?

R. Eso es un titular. Mira, a nosotros nos dicen la victoria que va a ser holgada [los sondeos más fiables dan ganador a Edmundo, pero el chavismo no reconoce esos estudios]. Yo no quiero ser triunfalista, a mí no me gusta el triunfalismo. No me gusta el triunfalismo porque, por ejemplo, en el 2015 nosotros teníamos unas encuestas que nos daban ganador por estrecho margen y todas se pelaron. Ahora hemos diseñado un nuevo mecanismo de medición a través de Big Data, a través de focal (recopilar opiniones en grupo). A través de las mismas encuestas, cruzando todos esos datos, y nos da un número de entre 8 y 10%, el más conservador.

P. En algún momento, por alguna gente del chavismo con la que he hablado, en el Palacio de Miraflores había encuestas que daban ganador a Edmundo.

R. Nosotros nunca hemos tenido cifras en este año que nos den por debajo. Nunca. Ni en enero, ni en febrero, ni en marzo. Se pudo hablar en algún momento de las cifras más conservadoras de algún tipo de empate técnico.

P. ¿Y qué es lo que se esperaría en un nuevo Gobierno después de 11 años de su padre en el cargo? ¿Qué habría que arreglar en estos seis años?

R. Creo que el 29 de julio debe amanecer un país primero en paz. Sea cual sea el resultado, y te lo digo con toda la responsabilidad, sea cual sea el resultado. Nosotros contamos con que vamos a ganar. La historia ha demostrado que el día que nosotros no ganamos, nosotros reconocemos. Siempre, todas las elecciones, cada una. Por lo menos, las dos nacionales que no han sido favorables. La reforma constitucional del 2007, recuerdo, estábamos en Miraflores, salió Chávez y dijo: ‘No ganamos, punto, ya perdimos la reforma’. Y en el 2015, apenas el CNE dio el resultado, reconocimos. Tenemos que ver ese porcentaje de la población que no votó por nosotros. Ver cómo construimos un gran consenso nacional, no solo desde lo político, que es crucial para la dirección de un país, sino desde lo social, desde lo económico.

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