Lyon está considerada la capital francesa de la gastronomía porque en ella confluye la combinación de unas tierras muy fértiles, regadas por algunos de los mejores ríos de Francia, que produce ingredientes naturales de altísima calidad, con una tradición culinaria muy sólida. En la zona hay viñedos famosos en el mundo entero, se crían animales rozagantes, se elaboran quesos especiales, se siembran vegetales excepcionales y además, nacen una cantidad de cocineros que aman su trabajo tanto como a la vida misma. La distinción como la capital francesa de la gastronomía se realizó en el año 1934, cuando el “Príncipe de la gastronomía” Maurice Sailland, mejor conocido como Curnonsky, acuñó para siempre este privilegio en el corazón de los franceses.
Al llegar a Lyon, después de dejar las maletas en el hotel, camine hacia la céntrica y enorme plaza Bellecour, que tiene una estatua del rey Luis XIV. Por una calle al costado, encontrará la casa donde nació Antoine de Saint-Exupéry, piloto aventurero autor de El Principito. Continúe caminando una cuadra hasta cruzar el río Saona, para llegar a la parte más antigua de la ciudad llamada “Vieux Lyon”, o viejo Lyon. Está compuesta de estrechas calles peatonales, repletas de restaurantes típicos llamados “bouchon”, tiendas de recuerdos y galerías. Ese lugar es precioso. Allí está la Catedral de San Juan, espectacular templo gótico donde se llevaron a cabo dos concilios de la Iglesia Católica que proclamaron el dogma del purgatorio, y la reconciliación con la iglesia griega. En esta iglesia se consagró el papa de Aviñón Juan XXII, y en el año 1600 se casó el rey Enrique IV con su segunda esposa, María de Médicis.
Siga el recorrido hacia una colina arriba del viejo Lyon llamada la “Fourviére”. Allí se obtiene la mejor vista de la ciudad desde lo alto. Al bajar, visite por una calle a un costado el interesante museo Galo-Romano, donde están las “Tablas de Claudio”. Esas tablas reproducen en bronce el discurso histórico del emperador romano nacido en Lyon, quien permitió a los galos el acceso a la magistratura y la vida política en ese Imperio.
En la noche, después de un merecido descanso, reserve en el restaurante de Paul Bocuse, un templo de la gastronomía que por más de cuarenta años ganó tres estrellas en la guía Michelin. Bocuse murió en el año 2018; sin embargo, su hijo le recibirá con esa serenidad exquisita que le otorgan sus ancestros cocineros desde el siglo XVII, saludando mesa por mesa a sus clientes. Bocuse es un nombre icónico de la gastronomía francesa. El restaurante está en las afueras de Lyon y goza de una fama bien merecida. Pida los caracoles o “Escargots de Bourgogne” para comenzar, y el cordero o “Carré d’agneau” rostizado al tilo, que los recordará en su paladar por mucho tiempo. Los postres son excelentes todos, así que guarde un poco de apetito para el final. Su noche terminará como si fuera la escena final de un filme clásico: perfecta y sencilla.
Otra noche, cene en la Brasserie Georges. Desde 1836 este negocio que comenzó como una cervecería artesanal sirve el mejor steak tartare de la ciudad, preparado y condimentado frente a cada comensal. Por Georges han pasado Paul Verlaine, Julio Verne, Emile Zola, Augusto Rodin, los hermanos Lumiere y todo el que visita a la ciudad. Enorme, con techos altísimos y decoración Art Deco, tiene un ambiente insuperablemente alegre. Bullicioso y radiante, ideal para una noche de celebración. Este lugar vale la pena mil veces.
Compras indispensables en la ciudad
La seda en Lyon es célebre desde hace siglos por su calidad extraordinaria. La casa Canova expone y vende en su taller al borde del río Saona sus productos como corbatas, pañuelos, bufandas y piezas de lujo. Aunque no es barato, vale mil veces la pena comprar un recuerdo o un regalo aquí.
Desde la Place Bellecour hacia el sur, camine por la calle peatonal Victor Hugo, que está repelta de tiendas, cafés y boutiques muy convenientes. Hacia el norte de la plaza, la rue de la République es muy ancha y animada, porque están tiendas grandes como Printemps, Monoprix, Fnac, hoteles, restaurantes, cines y mucho más. Esa calle termina en el bello edificio de la Ópera de Lyon, y enfrente está el imponente palacio del ayuntamiento. Unos metros más allá, encontrarán el Museo de Bellas Artes de Lyon, que es fabuloso.
Para llegar a Lyon, al aeropuerto Antoine de Saint-Exupéry llegan varios vuelos diarios desde Madrid y casi todas las capitales de Europa. Otra opción muy práctica es, una vez en París, tomar un tren rápido en la estación “Gare de Lyon”. Montado en unos vagones muy cómodos con WiFi, llegará a Lyon en 2 horas.
Al llegar, compre una tarjeta de la ciudad en la oficina de turismo. Tiene un costo de 23 euros diarios y con ella accederá a todos los transportes públicos, visitas y paseos guiados, museos y exposiciones que haya en la ciudad. Si solo desea transporte público, el “ticket liberté” le permite acceso ilimitado a metro, buses y tranvías, por 6 euros diarios.
Anímese y vaya a Lyon apenas tenga una oportunidad. La ciudad le sorprenderá por lo tradicional y moderna que es al mismo tiempo. Recordará este viaje siempre.
@montenegroalvaro
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