En los últimos cuatro meses del año 2021, el gobierno “ancló” el tipo de cambio. Esta medida buscaba disminuir la inflación y propiciar la salida de la hiperinflación. Si bien en los meses anteriores ya Venezuela presentaba tasas de inflación por debajo de 50% que le garantizaban el fin de la hiperinflación en diciembre, pareciera que, siguiendo una medida política, se decidió aumentar las intervenciones cambiarias y hacer reformas en algunas normas en la banca para ralentizar la variación de la tasa de cambio. Se alcanzó a fuerza de recursos, no en generar confianza en la moneda nacional. Si bien tuvo sus frutos en una inflación mensual promedio en ese período de 7,5%, se alimentó otro problema: la sobrevaluación cambiaria.
A lo largo de nuestra historia, los problemas económicos no solo se repiten, sino que las soluciones no parecen ser muy diferentes. Increíblemente en Venezuela, la sobrevaluación cambiaria es algo que nos ha acompañado por mucho tiempo y que parece que seguirá con nosotros un buen rato más.
La sobrevaluación cambiaria es un concepto algo complicado de comprender para los que no son economistas (y me atrevería a decir que también para varios colegas). Por ejemplo, Jorge Giordani decía que la sobrevaluación cambiaria es un concepto «errado e insustancial». Esta simple opinión debería ser suficiente para entender los efectos negativos que tiene para la economía.
Si tomamos el comportamiento de la inflación en Venezuela en el año 2021 y lo comparamos con el de la tasa de cambio, tenemos que la variación de los precios en el país prácticamente duplicó la variación de la tasa de cambio. A esto en economía se le llama sobrevaluación cambiaria. Si la tasa de cambio se hubiera comportado similar a la inflación, hubiera terminado el año en niveles cercanos a los Bs. 8,6/$, nivel muy distinto a los Bs. 4,7/$ que fue en lo que terminó. Esa apreciación real de la tasa de cambio es la responsable de que hoy el costo de vida en dólares en Venezuela se haya disparado.
¿A quién beneficia la sobrevaluación? Indudablemente a los importadores (y por lo tanto a los bienes y productores extranjeros) y perjudica al productor nacional (bienes nacionales). El primero puede comprar productos en el extranjero a esa tasa de Bs. 4,7/$, pero el productor nacional enfrenta buena parte de sus costos a una tasa mucho más elevada. Esto afecta notablemente la competitividad del sector de transables en la economía, como por ejemplo el sector manufacturero. Y aunque estos sectores llevaran a cabo programas de innovación y mejoras productivas para poder competir, la sobrevaluación crónica de la moneda los seguiría afectando.
¿Es sostenible esta sobrevaluación? La historia venezolana está llena de precedentes al respecto y en todas, la historia termina con ajustes importantes en la tasa de cambio. Ciertamente la dolarización que vive el país aporta elementos que pudieran ayudar a un final un poco menos trágico, una inflación mensual de 7%-9% y el bajo nivel actual de nuestras reservas internacionales, apuntan que más temprano que tarde el ajuste llegará.
Sin duda, uno de los objetivos en materia económica para el gobierno en este 2022 será enfrentar la sobrevaluación cambiaria y aunque esta sea una de las principales razones por las cuales la inflación ha descendido, esa distorsión debe ser corregida.