La falsa oposición agrupada en la MUD-PUD-FA y cualquier otra incomible sopa de letras sigue dando bandazos sin un norte o rumbo definido. Su empeño en hacer unas primarias para escoger quien se enfrentará a Nicolás Maduro en unas elecciones sin condiciones ni garantías así lo demuestran.
Para maquillar esta postura errática los voceros de la falsa oposición aseguran que se trata de participar sin condiciones ni garantías para lograr condiciones y garantías para una elección transparente. Es una tautología que ni ellos ni nadie cree porque lo único cierto es que una vez más el régimen será quien organice esas elecciones, cuente los votos y anuncie el resultado. El único papel asignado a la falsa oposición en esa nueva farsa electoral es levantarle el brazo y reconocer el triunfo de Nicolás Maduro
No solo la falsa oposición insiste en una tesis equivocada (la vía electoral) sino que además está totalmente desconectada del momento y de la coyuntura que se vive en Venezuela. El país se levanta desde los cuatro puntos cardinales en contra del régimen chavista para luchar por aumentos salariales y mejores condiciones de vida, pero el tema que ocupa y preocupa a la falsa oposición es si el Consejo Electoral chavista meterá o no sus manos en la selección del candidato falso opositor.
La falsa oposición se embarcó en la estrategia fallida de elecciones y negociaciones con el régimen chavista. En ya casi dos años de esta última ronda de negociaciones nada concreto se ha logrado que no sea promesas difusas por parte del régimen chavista y el precioso tiempo que sigue ganando entre una pausa y la siguiente. Es más, cada vez que puede el chavismo sigue agregando peticiones haciendo prácticamente imposible e inviable cualquier tipo de acuerdo concreto. La falsa oposición lo sabe porque varias les han tirado la puerta en la cara, los han regañado y hasta le han metido presos sus negociadores. Aun así, la falsa oposición insiste en negociar.
Mucha gente en Venezuela parece haber llegado a la misma conclusión. No vale la pena, es un absoluto sin sentido, esperar algo concreto y útil de la falsa oposición. Es hora de buscar otros caminos en lugar de seguir firmándole cheques en blanco a los que ya llevan dos décadas de fracaso en fracaso para enfrentar al régimen chavista.
La grave crisis económica, la destrucción de la moneda y el salario se han convertido en potentes motores para movilizar a los trabajadores venezolanos desde mediados del año pasado. Al margen de la CTV controlada por Acción Democrática y de sindicatos manejados por los partidos de la falsa oposición han surgido numerosas protestas centradas en arrinconar al régimen chavista como el principal responsable de la debacle económica que vive Venezuela y afecta a millones de trabajadores.
La agenda de estas protestas tiene un carácter socioeconómico y reivindicativo que buscan recuperar el valor de la moneda y del salario, ambos destruidos por el régimen chavista. No son banderas nuevas en la lucha política, aunque nuevos sean quienes las enarbolan.
Las movilizaciones espontáneas de los trabajadores venezolanos han logrado mucho más en 10 meses que la falsa oposición en la mesa de negociaciones con el chavismo. Primero la lucha contra el régimen chavista desde la perspectiva de los trabajadores tiene un sentido orgánico y programático que permite organizarse en torno a banderas de lucha concretas y no tras otra figura mesiánica que nos ofrezca sus poderes extraordinarios y desconocidos para milagrosamente salvar a Venezuela.
Pero además hay que recordar que fue esa presión sorpresiva de los trabajadores la que logró que el propio gobierno de Nicolás Maduro derogara el decreto de la ONAPRE el año pasado. Y fue la fuerza que este año obligó a Maduro a aumentar los bonos a menos de 24 horas de haber sido anunciados. Entonces si hay formas de hacer retroceder al régimen, si se escoge correctamente el terreno de lucha.
La cacareada y fastidiosa consigna de la unidad de partidos de la falsa oposición como fórmula para enfrentar al chavismo ha estado, está y estará condenada al fracaso por irreal, inviable y reducirse a una suma de minorías confundidas y desconectadas del país. Por el contrario las movilizaciones de trabajadores en los últimos meses han contado con la participación de chavistas y no chavistas dejando como resultado lo más aproximado a una unidad verdaderamente nacional que enfrente al gobierno de Nicolás Maduro por las razones que verdaderamente importan.
Aún es muy temprano para hacer un balance. Es una pelea desigual que tanto el chavismo como la falsa oposición pueden mediatizar usando sus propios operadores incrustados en el movimiento obrero. Se requiere de una gran claridad y disciplina para deslastrarse de la nociva influencia que chavistas y falsos opositores puedan tener en estos movimientos que de su espontaneidad deberán avanzar hacia formas más complejas, orgánicas y mejor coordinadas de lucha social.
Los trabajadores venezolanos articulados en organizaciones sindicales de nuevo tipo, sin la influencia nefasta de la falsa oposición, son quizás la mejor esperanza para estructurar una plataforma viable, sostenible y exitosa que lidere el cambio político que necesita Venezuela.
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