Yo no me considero una vieja, porque tengo una mente joven. Creo que voy a llegar a los ochenta, que no me falta tanto. No es que esté ahí, pero me faltan unos cuantos añitos. Y voy a seguir pensando como los jóvenes.
En general, me siento bien hablando con gente joven, pero tengo que aceptar que ya no recuerdo tanto las cosas. O sea, lo que hice o el título de la película que acabo de ver.
Así me pasó con Netflix sobre la historia de un padre político que llega a ser presidente del país. Esta es una familia muy apegada, bastante sana, excepto una cosa, que es lo que me llama la atención. Quiero ver si ustedes la consiguen, para que eviten hacer eso en su familia. Ellos eran muy leales unos a otros. La niña había estado toda la vida entre ellos, acompañándolos en sus campañas.
Pero ya es una mujercita, entra a la universidad y se siente asfixiada. Quiere hacer cosas que nunca ha hecho, experimentar, quizás tener un novio, salir sin guardaespaldas. Es muy difícil no poder ser libre. Yo la entiendo, porque algo parecido sucede con la fama. Sucede si usted no se cuida y se vuelve famoso, aunque no demasiado, como el caso mío, que soy famosa pero no a niveles de la hija del presidente. No, Dios me libre.
La cuestión es que ella quería una vida normal de adolescente. Puede conseguir una amiguita que la ayuda en ese proyecto. Y, poco a poco, convence a su papá de que le dé más libertad. Pero, ¿qué pasa? Que se enamora de su guardaespaldas y crea una crisis.
Lo que quiero destacar es que la película retrata también algo que casi nadie ve, pero que los terapeutas familiares sí vemos: cuando la lealtad tiene un límite y tienes que separarte de tu familia y ser leal a ti mismo, para poder lograr lo que viniste a hacer en el mundo.
Y la familia, por muy buena que sea, quizás sin darse cuenta le está haciendo daño a su hija. Y él la obliga a volver a casa, a trabajar para que papá gane las elecciones. Entonces, esta niña empieza a morirse como una rosa, porque ya había encontrado un poco su libertad.
No estaba preparada, porque fue muy sobreprotegida, metió un poco la pata; pero no al nivel de hundirla en lo que la familia considera lealtad. En realidad, esto es un abuso. La familia tiene que promover que sus hijos se vayan, y logren sus metas. No las metas de sus padres. La familia debe respetar esto, porque puede hacerle mucho daño a ese hijo.
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