Teódulo López Meléndez
Si vamos a analizar la cultura democrática hay que analizar el contexto en que se produce esa cultura dejando de lado la idea de limitarse a los laterales pues es a la sociedad misma donde debe irse. Es decir, a los conceptos de pertenencia y ciudadanía, con obligaciones y derechos, a la revalorización de la cultura como conciencia crítica. La democracia reposa sobre la autonomía humana y la cultura es un componente esencial de la complejidad de lo social-histórico. Lo que tenemos ahora es “un ascenso de la insignificancia” encarnada en un rechazo creciente de la sociedad a la idea de que se puede cambiar a sí misma.
Debemos ver hasta donde los sujetos sociales se dan cuenta de lo que pasa. La cultura política cambia en la medida en que los ciudadanos descubran nuevas relaciones entre el entorno inmediato y el devenir social, en el momento en que descubren lo social. Algunos han llamado esta mirada de compromiso una percepción de la “ecología política general”. Para que ello suceda el cuerpo social debe estar informado y ello significa que pueda contextualizar con antecedentes propios y extraños, pasados y presentes, lo que debe avanzar hacia el estadio superior del conocimiento.
Si echamos la base para que el cuerpo social busque por sí mismo la comunicación tendremos sujetos activos. El primer paso es el contacto entre los diversos actores sociales, lo que va configurando una cultura de la comunicación, una donde comienzan a necesitar del otro, lo que los hace mirar al mundo como una interconexión de redes. Si continúa el trajín cotidiano de la devaluación de la palabra por los entes de la insignificancia habrá un país insignificante. Es el cuerpo social el que genera los dirigentes a su imagen y semejanza. No hay casualidad, los dirigentes que tenemos han salido de un contexto social específico.
La existencia de una cultura de lo trascendente siembra la libertad. Si avanzamos, entendiendo por tal una sociedad que se ha asumido a sí misma, es evidente que se autogobernará, lo que equivaldría a la generación de un nuevo concepto de liderazgo.
Vivimos en un ámbito donde los actorcillos sólo saben de ascender con la insignificancia. El cuerpo social debe ascenderlos desde la significancia.
@tlopezmelendez
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