28 de septiembre de 2024 11:01 AM

Linda D’Ambrosio: El legado de Iván

prendía. Sin embargo, su sentido del humor le permitía ironizar, satirizar y, en definitiva, divertirnos a todos con sus jocosos comentarios.

En cada viaje a Madrid el encuentro era obligatorio. Yo aguardaba ávida la cita para que me actualizara acerca de las novedades en materia de Psicología Organizacional, su área de especialización, lo que nutrió diversos textos publicados en esta columna, como César Yacsirk y El negrito del Batey, Ser, tener, hacer o Para comerte mejor, que recogían sus conclusiones acerca de cómo obtener mayor felicidad y eficiencia en el entorno laboral, área en la que era un referente.

Publicaba regularmente en Business Venezuela, la revista de Venamcham, y llegó a promover y encabezar encuentros como el III Workshop Internacional de la Asociación Española de Coaching Ejecutivo-Organizativo, celebrado en Sevilla.

En 2017 publicó un libro delicioso: Chocolate para conversar. Tuvo la generosidad de dedicárselo a su hija, a su esposa y a mí, permitiéndome prologarlo. Apuntaba en mi texto que el libro traslucía la pluralidad de su autor, pues nunca se circunscribió a una única actividad, desplazándose así por el campo de la cocina, de la fotografía y de la escritura. Subrayaba también yo su curiosidad y su capacidad de indagación, que le permitían mantenerse actualizado en cuanta novedad se produjera. Por su parte, él afirmaba en el texto introductorio: “Siempre, siempre, he querido trascender, Para ello estuve atento a la conseja popular que dice Siembra un árbol, escribe un libro y ten un hijo”. Y habiendo cumplido estas tres tareas, ha logrado, efectivamente, su objetivo: hay remanentes que permanecen más allá de su muerte, acaecida el pasado miércoles 18 de enero.

Podrá el lector solazarse con sus casi siempre agudas reflexiones en Instagram, centradas particularmente en las relaciones de pareja. Seguramente sus alumnos, particularmente los de la Universidad Metropolitana, puedan dar cuenta de su formación y capacidad comunicativa, así como sus artículos dejan constancia de que procuraba elaborar sus conclusiones desde una posición lo más rigurosa y científica posible.

Yo, por mi parte, prefiero referirme a su calidad humana, a su solidaridad. Mantuvimos por más de cuarenta años una relación cuyo núcleo era la pasión que nos unía: la psicología. Y, aunque nuestros contactos fueran esporádicos en la vida adulta, siempre nos comunicamos los aprendizajes que la vida nos iba permitiendo realizar.

Fue sin duda enriquecedor compartir esta parte del camino.

linda.dambrosiom@gmail.com

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