“Somos, así, los libros que hemos leído. O somos, de lo contrario, el vacío que la ausencia de libros ha abierto en nuestras vidas”, es una frase maravillosa de Tomas Eloy Martínez. Como todos saben, Tomas Eloy Martínez fue un argentino: escritor, periodista, guionista de cine y ensayista. Vivió en el exilio en Venezuela entre 1975 y 1983, donde desempeñó varios roles para El Nacional. Fue editor del Papel Literario entre los años 1975-1977 y en 1977-1978 brindó asesoría a la directiva. En 1979 funda El Diario de Caracas, del que fue además director de la redacción.
Somos los libros que hemos leído… desde hace mucho tiempo, en los países con un alto porcentaje de lectores, el dinero pasa a un segundo plano. Y aunque para las nuevas generaciones el dinero y el lujo los deslumbre en algún momento de sus vidas, siempre va a resaltar el patrimonio inmaterial, es decir, lo que tenemos en nuestras cabezas, lo que hemos leído, nuestros libros, nuestras bibliotecas, lo que sabemos. Es por eso que podemos decir que una persona adinerada puede ser un indigente mental, por la ausencia de libros en su cabeza.
¿Cuándo se puede decir que un país es rico? Se podría decir que un país es rico es por su subsuelo, por el petróleo, oro y diamantes; pero esas medidas quedaron atrás hace mucho tiempo. Un país es rico cuando una persona va por la calle, por una acera y no hay mucho espacio se baja de la acera y pide disculpa y sigue caminando; un país es rico cuando el peatón, en vez de botar el empaque del sándwich que se está comiendo en la calle, lo guarda en su bolsillo hasta conseguir un contenedor de basura; un país es rico cuando las personas se saludan y se dan los buenos días en la calle, a pesar que no se conocen. En conclusión, un país es rico es cuando sus habitantes tienen educación; y la manera como se llega a la educación es leyendo.
¿Por qué leer? La lectura tiene que llegar a ser por interés propio. Los libros y la lectura nos preparan para el cambio, para las adversidades, para las trampas del presente, para reflexionar. En definitiva, la acción de leer nos ayuda a fortalecernos a nosotros mismos.
¿Por qué en Venezuela no existe un alto porcentaje de lectores? Sin duda el placer de la lectura es más egoísta que el placer de lo social; pero el problema no radica en la soledad de la lectura y en la oposición con el espíritu socializador del venezolano. Pienso que se ha enseñado en Venezuela la lectura como una obligación para pasar un examen, que casi siempre todo se aprende es al caletre. Debido a eso, se lee para pasar y no para saber con el placer de la lectura.
Los primeros momentos que alejan a un posible lector en Venezuela ocurren en el bachillerato, donde se obliga a leer novelas pidiendo información acerca de: 1) los personajes principales, 2) personajes secundarios, 3) tipo de narrativa, etc. Desde ese momento el adolescente, ese posible lector, se desmorona, se aleja y no vuelve a tomar un libro nunca más. Lo que ha de hacerse es pedir una lectura libre y pedir, luego terminado el libro, una reflexión grupal, en vez de información que con Google es muy fácil de obtener, sin leer siquiera el libro.
Los libros, la lectura, nos purgan de la ignorancia primordial. El caso más palpable y que está la vista de todo el mundo es de los actores políticos de nuestro país, ya que un lector promedio se puede dar cuenta de que de un lado y de otro lado han leído poco o casi nada. Se debería ser sensato y pensar que hasta no expulsar esa ignorancia de nuestras mentes no se debería hacer excursiones aventureras, pretendiendo manejar una nación.
Y es que los requisitos para ser presidente de Venezuela son solo: ser venezolano y ser mayor de 21 años. Pero, ¿qué pasaría se modificará ese artículo de la constitución y se pidiera dos ensayos políticos publicados del candidato y además dos novelas? Creo que el ambiente de vociferantes se acabaría ipso facto.
En nuestro país actualmente ya no es necesario prohibir libros o quemar libros, como se hizo en tiempos anteriores y en otros lugares. No hace falta prohibir libros ni quemarlos porque nuestro país está lleno de personas que no leen, que no aprenden, que no saben. Algunas medidas dicen que estamos en 0.5 libros por año, es decir, medio libro por año se lee un venezolano. Estamos en la sección de analfabetas funcionales: sabemos escribir y leer, pero no lo practicamos.
No se debe tener miedo a la lectura, al desarrollo personal. No hay nada que tema más un régimen autoritario que un lector, ya que un lector se vuelve un ciudadano pensante y reflexivo. Si los políticos de Venezuela compraran más libros que camionetas blindadas y tuvieran bibliotecas igual que el número de guardaespaldas, Venezuela sería un poco mejor.
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