Leonardo Morales P. / @LeoMoralesP
La repetición de las elecciones en Barinas como consecuencia de la decisión adoptada, entre gallos y media noche, por la Sala Electoral del Tribunal Supremo de Justicia permitió certificar lo que ya antes había sido logrado por un sector de la oposición el 21N. Ahora, no solo pellizcando el triunfo como el 21N, sino que, en esta oportunidad, con una unidad mucho más amplia, pudo sacar clara ventaja sobre el candidato oficialista, aunque nunca cercana a la votación obtenida en el 2015 cuando obtuvieron 217.630 votos y con casi 100.000 electores menos que el 2022.
Con esta elección debería cerrarse el ciclo electoral hasta el 2024 cuando se realizarían las elecciones presidenciales. Este lapso que denomino como de paz electoral, debería conducir a los actores políticos, de gobierno y oposición, a buscar senderos orientados a asegurar la reinstitucionalización de la nación y transitar de manera reflexionada y cívica los caminos que nos conduzcan a un cambio político estrechamente signado por las formas que exige la democracia. Una conducta distinta significaría seguir agrediendo a los venezolanos sometiéndolos, como hasta ahora, a severas y angustiosas incertidumbres respecto al porvenir.
Acompañar la reforma judicial
El gobierno ha dado unos pasos que deben considerarse positivos en cuanto a la reinstitucionalización del Poder Judicial y lo serán en la medida en que el gobierno no actúe amparado bajo el manto de la oscuridad. Dudas respecto a las intenciones del poder siempre las habrá independientemente de quien lo ejerza, de hecho, los individuos siempre han estado atentos y precavidos para que éste no derive en tiranía. Corresponde a la oposición parlamentaria actuar para evitar esguinces que culminen favoreciendo a intereses que atenten contra el debido ejercicio de la justicia.
En esas circunstancias, hay que buscar que la iniciativa gubernamental pueda convertirse en un paso relevante para la reinstitucionalización del Poder Judicial. A tal fin, la oposición parlamentaria y el propio gobierno debe hacerse acompañar de la sociedad civil organizada para lograr la necesaria confianza ciudadana. Consistente con lo afirmado es lo señalado por el filósofo surcoreano Byung-Chul Han, cuando advierte que: “Es un signo de poder superior cuando el súbdito quiere expresamente, por sí mismo lo que quiere el soberano, cuando el súbdito obedece a la voluntad del soberano como si fuera la suya propia, o incluso la anticipa.” Conjugar los deseos e intenciones de la clase política y de los individuos, que no tienen, ni deben ser distintas y mucho menos antagónicas, nos colocaría en un proceso continuo de generación de confianza.
Reforma o enmienda
Por otro lado, el tiempo que dista entre el ahora y las próximas elecciones presidenciales debe conducir a los venezolanos a debatir acerca de un tema que viene afectando a Venezuela y a los países de la región que se lanzaron por el tobogán reeleccionista. Parece necesario y saludable para avanzar en los cambios políticos en Venezuela que haciendo uso del titulo IX de la Constitución se proceda a hacer unos cambios -vía enmienda o reforma constitucional- dirigidos a eliminar la reelección indefinida de los cargos ejecutivos y solo permitirla durante dos períodos constitucionales, así mismo, reducir el período presidencial a 4 años.
La reforma o enmienda constitucional fue claramente establecida por el constituyente y parece buena la ocasión para actuar en consonancia con lo allí establecido. Llegar a adoptar esas medidas, permitiría eliminar los revocatorios considerados en al artículo 72, que, hasta ahora, poco o nada, han ayudado a superar la crisis gubernamental.
Ahora, solo se requiere de tiempo y lo hay. Falta la voluntad, esperemos que brote por la salud y el progreso de Venezuela.