22 de noviembre de 2024 3:49 AM

Las hermanas de librería Paulinas iluminan desde la fe y la perseverancia a pesar de las dificultades

Desde el pasado 6 de septiembre de 2021, el local donde está la librería quedó sin energía eléctrica por la explosión e incendio de dos de los tres transformadores del centro comercial Moripa de Castillito, por este motivo las religiosas apelan a la caridad de Corpoelec y todas aquellas autoridades regionales que les competa darle rápida solución a este problema que las aqueja desde hace casi tres meses

Por: Karla Ávila Morillo / Bolívar / @LaTuristaKAM

La obra paulina en Venezuela data desde el 15 de noviembre de 1.951 cuando el padre Beato Santiago Alberione escogió a los paulinos para fundar su labor en el país al enviar una carta al Arzobispo de Caracas, monseñor Lucas Guillermo Castillo, con la finalidad de formalizar la misión espiritual de evangelizar en esta tierra.

Las hijas de San Pablo en Guayana

Ya para el año 1.956 las hermanas paulinas llegaron a Caracas a la casa madre, allí estuvieron haciendo su servicio en zonas populares y vulnerables de la capital, su misión siempre ha sido evangelizar con los medios de comunicación, a través de la palabra, los libros, del encuentro con las personas de misiones bíblicas en los pueblos, de ir casa por casa, visitar las cárceles, residencias, centros comerciales, barrios y todo aquel lugar donde pudieran expresar su fe.

Allí abrieron la primera librería y fue en 1.992 por petición de personas que vivían en el oriente del país y las necesidades que reflejaban de tener que viajar hasta Caracas, Barquisimeto o Valencia para poder comprar los productos, fue así que llegaron dos hermanas misioneras a Ciudad Guayana, una de ellas María Elisa González que todavía está en la zona como fundadora, hoy con 82 años y a quien sus compañeras describen como una mujer con coraje, valentía, ganas y sentido misionero de gran oración y entrega de su servicio al prójimo, al igual que María Fernanda De Angeli quien ya falleció.

Ambas arribaron a San Félix acogidas por invitación de una misionera italiana que estuvo aquí, pero actualmente no vive en Venezuela, allí vivieron un año donde se dedicaron a visitar todas las parroquias, los barrios y conocieron a muchas familias llevando el evangelio. Luego, el 19 de marzo de 1.993 consiguieron el local donde están hoy en día en el Centro Comercial Moripa en Castillito, el cual estaba en venta y no tenía un alto precio cuando apenas se inauguraba el edificio, así que con ayuda de la sede principal de la congregación que está en Roma, compraron el local donde está actualmente la icónica librería Paulinas desde hace 28 años.

La hermana Alicia Galíndez manifiesta que ese local es la sede de sus operaciones porque si no fuera por la escasez de combustible, ellas estarían viajando por todo el estado Bolívar, llevando fe a todos aquellos venezolanos que padecen necesidades espirituales, sobre todo ahora con la crisis humanitaria compleja que va sembrando desesperanza en las comunidades más alejadas y vulnerables.

Sin embargo, a pesar de las vicisitudes, Galíndez dice: “Nosotras nunca hemos estado estáticas en la librería sino que nosotras nos hemos acostumbrado a viajar, íbamos a Ciudad Piar, Ciudad Bolívar, El Tigre, El Tigrito, a la Gran Sabana, Santa Elena de Uairén, El Dorado, Las Claritas, Tumeremo, Upata y todas las poblaciones del sur, íbamos a las iglesias, los colegios; llevábamos nuestro material porque nunca estábamos fijas en un solo lugar, siempre estábamos en movimiento porque vamos hacia la gente, pero el problema de la gasolina y la pandemia por la Codiv19 es lo que nos ha retrasado”.

Lo cierto es que en la librería hacen el servicio a todas esas zonas, incluso la gente hace pedidos y se les envía, pero cuando pueden se los llevan personalmente. Ella hace referencia a las sabias palabras del Beato Santiago Alberione, quien decía: “Las librerías son centros de difusión de la palabra de Dios, de cultura, de encuentro e intercambio”, donde la gente no solamente va a adquirir un producto, llámese un libro, un rosario, un CD de música religiosa y hasta en una época de esplendor tuvieron el alquiler de películas, videos y música; sino que también tienen todavía un oratorio donde las personas van a encontrarse desde su fe con Dios. Igualmente comenta que los muebles de la librería tienen ruedas para poder moverlos y transformar el lugar en un salón donde se reunían con la gente antes de la pandemia, a veces hacían misas y encuentros con los visitantes.

Acota la hermana Alicia: “Esta librería es un centro de socialización porque nuestros temas son muy variados, aquí tenemos libros de filosofía, porque para nosotras la filosofía es muy importante, libros de comunicación, teología, espiritualidad, liturgia, de celebrar la misa, el altar, tenemos diferentes modelos de biblias, rosarios, libros de catequesis para la formación de los niños, niñas y adolescentes para que se preparen a recibir la primera comunión, igualmente la confirmación, también la catequesis de adultos. Además libros de formación en valores humanos para niños, familias, matrimonios, novios, parejas triunfadoras, educación sexual en el sentido más puro de lo que significa la sexualidad humana en un sentido verdadero, sociología, psicología humanística cristiana. Es decir, lo único que no vendemos son textos escolares pero tenemos literatura valiosa”.

Iluminan desde la fe y la perseverancia a pesar de las dificultades pero exigen atención ante la vulneración de sus derechos

Desde el pasado 6 de septiembre de 2021, el local donde está la librería quedó sin energía eléctrica por la explosión e incendio de dos de los tres transformadores del centro comercial Moripa de Castillito, por este motivo las religiosas apelan a la caridad de Corpoelec y todas aquellas autoridades regionales que les competa darle rápida solución a este problema que las aqueja desde hace casi tres meses.

Pero no solamente piden bondad de los corazones de quienes se hacen la vista gorda ante el problema sino que exigen algunos de sus derechos, los cuales se conocen como “derechos económicos, sociales y culturales” (DESCA) que por cierto incluyen los derechos a la alimentación, a la vivienda adecuada, a la educación, a la salud, a la seguridad social, a la participación en la vida cultural, al agua y saneamiento, entre todos estos la prestación de los servicios básicos, en este caso, la energía eléctrica. No se puede olvidar que estos derechos son universales, indivisibles e interdependientes y están interrelacionados.

¿Cómo se alimentarán si no trabajan?, por más fe que se tenga el pan no caerá del cielo, ellas cumplen a cabalidad con media jornada de trabajo de lunes a viernes, no solamente para llevar la palabra de Dios a quienes lo necesiten sino también para subsistir y dentro de esa subsistencia está el poder comer adecuadamente para gozar de bienestar físico y mental.

“Los derechos económicos, sociales y culturales son los relacionados con el lugar de trabajo, la seguridad social, la vida en familia, la participación en la vida cultural y el acceso a la vivienda, la alimentación, el agua, la atención de la salud y la educación”.

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