En Venezuela se vive un proceso similar al que vivimos en el año 1998. El desgaste generado por el mal gobierno y, por otra parte, el desgaste opositor generado por las malas decisiones de aquellos que hemos adversado al régimen nos han llevado al desencuentro y la destrucción de gran parte del sector político y de la sociedad civil organizada. Recordemos aquella famosa sentencia de Luis MIquilena: “¿Con qué se come eso?”. Se refería a la sociedad civil que estaba alzándose contra Hugo Chávez desde principios del siglo XXI, siendo precisamente la que lo llevó al poder sobre los hombros de la anti política. La sociedad civil prefirió apostar por una cara nueva, de cachucha y freidor de cabezas partidistas, prefiriendo antes de los candidatos que tenían trayectoria pública y democrática; decidió ponernos en manos de un militar que prometía el cielo y la tierra.
Esta descomposición social que hoy vemos en el país nos lleva a la interrogante ¿todavía tenemos una sociedad civil organizada? ¿Quiénes son realmente la sociedad civil? Si vemos este término como un concepto simple sería un grupo de ciudadanos organizados para un bien común, de manera inmediata una mejor forma de vida en democracia. Más específico será en otras palabras, un conjunto de asociaciones y miembros de organizaciones que agrupan ciudadanos para actuar frente a diferentes temas del país. Esta no puede ser asignada al sector privado, como se hace en algunas ocasiones, porque inevitablemente incluye asociaciones con intereses comerciales y de negocios; tampoco puede ser considerada como un sector independiente, dado que ésta puede tener un carácter partidario o gremial. Por el contrario, podrá ser considerada como un compuesto de intereses y recursos que, en momentos históricos cruciales de un país, podría estar a favor de determinadas metas sociales
Para la actualidad la sociedad civil tiene una situación que cada día se aleja más de la realidad, pues los ciudadanos, que en el algún momentos se organizaron, lucharon y arriesgaron hasta su vida por un cambio político, fueron llevados a la descomposición en su mínima expresión, incluyendo a los gremios y los partidos políticos, para dedicarse solo al manejo personal y, así, lograr su supervivencia. Las asociaciones vecinales que en algún momento existieron, y que son la mejor expresión de una sociedad organizada, fueron sustituidas sin ninguna resistencia por un supuesto estado comunal que no es más que el manejo o el control social del estado y a la cual acceden solo los que pertenecen al partido de gobierno, dejando por fuera a todo aquél que no simpatiza con su política.
Esta descomposición por parte de todos aquellos sectores que pertenecemos a la sociedad civil organizada, nos está llevando a un juego anti político, a dejar de lado a las organizaciones y centrarnos en los liderazgos de manera individual, acercándonos a un precipicio que nos aleja más del camino democrático. Debemos aprender de los errores que cometimos en el año 98 y cuyas consecuencias fueron tomar el camino de la destrucción, sin solucionar o detectar que el problema medular era la falta de institucionalidad de las organizaciones políticas, que de la mano de la sociedad civil deberían ser los garantes de la participación y la democracia.
Una de las principales funciones de la sociedad civil es insistir en la unidad, persistir en retomar el camino democrático de la mano de las organizaciones políticas y gremiales, y resistir a la tentación de los egos, porque todos somos necesarios en la reconstrucción del país. Es urgente la recuperación de lo político y de la política. Dejemos a un lado la anti política que tanto mal nos ha hecho, pues solo así podremos vencer a aquellos que se dedicaron a la destrucción de nuestro país y de la sociedad, objetivo que solo conseguiremos con y en una verdadera unidad.
@freddyamarcano
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