Claudio Fermín: La reacción de los “yo no fui”

El sábado 10 de junio en un acto político en North Carolina el expresidente Donald Trump formuló críticas al gobierno de Joseph Biden. Entre esos reclamos le dedicó un largo párrafo a Venezuela. Esa referencia a nosotros debe ser materia de obligado análisis para el país todo, para los sectores de la industria y del comercio, para las universidades, para los gremios profesionales y los sindicatos, para los medios de comunicación y las iglesias, para los partidos políticos. No fueron unas declaraciones improvisadas. Por lo contrario, expresan un meditado parecer que se convirtió en política oficial de los Estados Unidos de América durante su gobierno y cuyas líneas generales todavía prevalecen a pesar del encendido debate entre los republicanos y los demócratas hoy en el gobierno.

Se lamentaba Trump de que los Estados Unidos estuviesen comprándole petróleo a Venezuela. Esa fue la médula de la declaración. Las demás consideraciones se derivan de esa premisa. Aseguraba que, a finales de su gobierno, interrumpido por la elección de Biden, tenían a Venezuela a punto del colapso. Todo estaba listo para tomar al país, para invadirlo, y para hacerse de todo ese petróleo para los Estados Unidos. De haberse seguido su plan los costos para su país serían mucho menores. Ese petróleo venezolano, agregaba Trump, es de pésima calidad, como diciendo que es demasiado lo que se paga por esa basura, como llamó a nuestro petróleo en ese discurso de North Carolina. ¿Para qué pagar si pudimos haberlo tomado? Este señalamiento retrata de cuerpo entero la ideología imperante en los países desarrollados o altamente industrializados, según la cual las materias primas nada valen y hay que pagarlas a precio de remate. Claro, después de transformadas se les venden a esos mismos países a precios exorbitantes que han cimentado las riquezas de esas naciones. El ya muchas veces analizado tema de los injustos términos de intercambio. Razones consistentes y de sobra tuvo el liderazgo político de Venezuela, Arabia Saudí, Irak, Irán y Kuwait para fundar el 14 de septiembre de 1960 la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) para defender los precios del petróleo y la soberana conducción de las políticas petroleras de esos Estados.

No estaba mintiendo Trump al afirmar que Venezuela estaba a poco del colapso. La severa crisis económica que el país ha padecido a lo largo de buena parte de estos últimos veinticinco años ha sido devastadora, producto de políticas económicas que destruyeron el aparato industrial, hundieron la producción agropecuaria y acabaron con las empresas básicas. El turismo y el comercio sufrieron por igual las consecuencias del desmantelamiento de los servicios de electricidad, agua potable y gas. La persecución a la propiedad, la inseguridad jurídica, el abusivo intervencionismo estatal, la improvisación y la corrupción, se dieron la mano para crear desinversión, contracción económica, desempleo e hiperinflación. La puntilla final que puso al país al borde del colapso comenzó con una absurda decisión de Barack Obama de marzo de 2015 al firmar una orden ejecutiva que declaraba emergencia nacional por la amenaza inusual y extraordinaria que Venezuela representaba para la seguridad nacional de los Estados Unidos. ¿Qué amenaza podía constituir un país pequeño, tradicionalmente pacífico, seguro proveedor de petróleo desde siempre para los Estados Unidos, y, trágicamente, incapaz de alimentar a su población ni de dotar sus hospitales y con millones de seres humanos pasando hambre con salarios miserables?

Esa desproporcionada e injusta decisión de Obama estuvo influida por la urgencia de seducir a los votantes del estado de Florida dada la cercanía de las elecciones y por un fuerte lobby que urgía de medidas de esa naturaleza para concretar sus políticas de desestabilización en Venezuela. El triunfo de Donald Trump abrió paso a las sanciones, expresadas fundamentalmente en hermético bloqueo económico contra la industria petrolera venezolana a partir de 2017. Con sobradas evidencias decía Trump que al final de su gobierno, después de cuatro años de férreo bloqueo económico, tenía a Venezuela a punto del colapso para así apoderarse de su petróleo. Para ello contó con una avanzada de agentes en América Latina, la Organización de Estados Americanos y el Grupo de Lima, y con políticos que en Venezuela hacían su trabajo de agravamiento de la crisis. Al negarle a Venezuela el derecho al libre comercio, a vender su petróleo, los ingresos del país se reducirían a su mínima expresión, lo que a su vez paralizaría por completo la capacidad de respuesta del gobierno ante las demandas ciudadanas, lo que potenciaría a su máxima expresión el descontento popular para producir la implosión social que depondría al gobierno en beneficio de los promotores de las sanciones económicas y del paralelismo institucional encabezados por Juan Guaidó y los grupos políticos comprometidos con el autodenominado gobierno interino. Por diversas razones estos aliados no fueron suficientes. Trump necesitaba que su política se mantuviera y profundizara. Con su derrota electoral y el triunfo de Biden y los demócratas se ha reabierto el diálogo político y concretado acuerdos económicos que, aunque zigzagueantes y timoratos, fueron el centro de las críticas de Trump en el discurso de North Carolina.

No deja de ser curioso, por supuesto inverosímil, que los partidos del G4 comprometidos con esta conspiración de agravamiento de la crisis hoy reaccionen sorprendidos y airados ante las declaraciones de Trump cuando ellos formaban parte activa y consciente de esa jugada antinacional, de esa operación contra Venezuela. Si mintieron cuando vendieron la abstención como la panacea y cuando engañaron al país con lo del gobierno interino del que no quieren ni acordarse; si aplicaron la estrategia de empeorarlo todo, de agravar la crisis; qué les importa mentir de nuevo y presentarse como los inocentes, burlados en su buena fe, que sólo se reunían con Trump para preguntar por el clima en Washington.

claudioefm@gmail.com

Síguenos en TelegramInstagram y Twitter para recibir en directo todas nuestras actualizaciones

Share this post:

Noticias Recientes

El Espectador de Caracas, Noticias, política, Sucesos en Venezuela