Tres hermanos robaron dos dalís en Barcelona casi sin saberlo el 23 de enero del año pasado. En contra de lo que los Mossos, la Policía Autonómica de Cataluña, sospecharon desde el inicio, esos cuadros que llevaban años colgados en las paredes de los descendientes del abogado y político Pere Coromines no se los llevaron previo encargo.
Unos ladrones oportunistas e inteligentes, que actuaban solo en pisos de zonas bien de Barcelona y de Sant Cugat, se toparon con las dos obras colgadas en la vivienda de la calle de Muntaner que acababan de asaltar. Miraron los dibujos al carbón, Els pagesos y Les sardanes, reconocieron la firma de un jovencísimo Dalí, y se los llevaron sin pensarlo. Los Mossos han celebrado hoy en rueda de prensa la recuperación de las obras de arte.
Pero como suele ocurrir en estos casos, la situación se complicó cuando intentaron venderlos. En el mercado del arte, casi todo el mundo se conoce, y es difícil intentar colocar una pieza robada como los dos cuadros de Dalí, valorados en 300.000 euros, sin que salten las alarmas. Una de las personas a la que le llegó que dos dalísbuscaban un nuevo dueño avisó a los Mossos. Eso les permitió redirigir su investigación: no se trataba de ladrones de cuadros por encargo, sino de ladrones de pisos con mucha vista, según han explicado.
Pero casi nadie da nada de manera gratuita. La persona que alertó a los agentes también buscaba su parte. “Sus exigencias distaban mucho de lo que considera la policía que es colaborar”, ha contado en rueda de prensa el subinspector Jonatan Herrera, responsable del área central de patrimonio de la policía catalana. Entre la colaboración y la extorsión, el informador pretendía sacar tajada de la familia, y que le pagasen una parte a cambio de la información. El hombre, también con numerosos antecedentes, acabó detenido e investigado, lo que permitió a la policía llegar a tres hermanos, de origen venezolano, de 55, 53 y 50 años, como los autores del robo.
La policía catalana empezó entonces una carrera a contrarreloj: el objetivo principal era recuperar las obras, que no desapareciesen para siempre en el mercado negro, vendidas y escondidas a manos de un coleccionista que debería guardarlas con celo. Descubrieron a un posible comprador en Portugal, con un intermediario que se desplazó a Zaragoza para tantear qué había de real en la oferta. Y también unos ciudadanos chinos afincados en Cataluña que se interesaron en los dalís. Tres meses después, todavía sin pistas claras de donde estaban los dibujos, los Mossos se vieron obligados a detener a los sospechosos. “Seguían con los robos y eso no se podía permitir”, ha contado el sargento José González, jefe de la unidad de patrimonio histórico.
En los pisos no dieron con los cuadros, que era el principal objetivo de la policía. Y los detenidos no facilitaron ningún tipo de datos a los agentes. Pero un golpe de suerte, escondido en la multitud de mensajes en los teléfonos de los sospechosos, ofreció la pista definitiva a la policía. En un mensaje encontraron los códigos de apertura y cierre de una puerta, que resultó ser un trastero vinculado a la familia del único de los tres sospechosos sin antecedentes. Un sábado de agosto, cubiertos con unas mantas, encontraron los dos dibujos intactos, que ni siquiera habían sacado del marco. “Fue el día más feliz de toda la investigación”, ha asegurado el sargento.
Los cuadros tienen una historia vinculada a la juventud de Dalí y a su padre. Pere Coromines, político, abogado, escritor y amigo de Dalí padre encargó al jovencísimo pintor, que entonces tenía 19 años, unas ilustraciones para el libro Les gràcies de l’Empordà, que nunca llegó a publicarse. Pero los dibujos se conservaron. Siete peritos de la fundación Dalí corroboraron que se trataba de las obras auténticas de un “Dalí más naif, que plasma fiestas populares”, ha explicado la directora de los museos Dalí, Montse Aguer. Las obras jamás abandonaron a la familia, y pasaron a las hijas de Coromines. La propietaria actual de las dos obras, Montserrat Herrera, de 84 años y nieta de Coromines, expresó a este diario su convencimiento de que le robo había sido premeditado.
Los dalís están de nuevo con sus dueños legítimos. Y los Mossos celebran el éxito de una investigación en la que su principal preocupación fue recuperar los cuadros. En los registros en los domicilios de los sospechosos encontraron relojes de lujo y otras piezas, como cinco obras gráficas de Miró que aún no han pasado un análisis para comprobar su autenticidad. También dieron con plumas, objetos de oro y plata y cuatro armas de fuegos largas que habían sido robadas. Todo ello está en la web de los Mossos de objetos robados, por si sus dueños pueden identificarlas.
A los ladrones, que se encuentran en libertad con cargos, los relacionan con otros siete robos en domicilios de Sarrià-Sant Gervasi, de Sant Cugat del Vallès, Rubí y Premià de Mar. Los Mossos no dudan que llevaban tiempo dedicándose a lo mismo, pero su propia destreza a la hora de actuar les había permitido ir sorteando a los investigadores y robando sin ser detectados.