Ante las quejas rusas por el despliegue de tropas aliadas cada vez más cerca de sus fronteras, Washington asegura en su respuesta escrita a Moscú, a la que ha tenido acceso EL PAÍS, que la presencia de fuerzas estadounidenses y de la Alianza Atlántica en el Este de Europa es “limitada, proporcionada y acorde con los compromisos” alcanzados en el marco del Consejo OTAN-Rusia.
Por: Hibai Arbide Aza | Miguel González | El País
Estados Unidos alega que se ha abstenido de desplegar “sustanciales fuerzas de combate adicionales o armas nucleares”, tal como prometió, y que sus tropas son actualmente la cuarta parte de las que había al final de la Guerra Fría. Advierte, no obstante, de que ulteriores aumentos de las posiciones de fuerza rusas o agresiones contra Ucrania “obligarían a Estados Unidos y sus aliados a reforzar” su despliegue defensivo en el Este de Europa.
También la Alianza combina la mano tendida con la advertencia. Por una parte, ofrece a Moscú un restablecimiento pleno de sus relaciones, volviendo a abrir sus respectivas embajadas, cerradas desde octubre pasado, y asegura que “la OTAN no busca la confrontación”, pero agrega que no puede comprometer los principios sobre los que se basa la seguridad euroatlántica, incluido el artículo 5º del Tratado de Washington, según el cual “un ataque contra un aliado sería considerado un ataque contra todos”. “Tomaremos todas las medidas necesarias para defender y proteger a nuestros aliados y no comprometeremos nuestra capacidad para hacerlo”, advierte.
Como la respuesta estadounidense, la de la OTAN propone una serie de medidas de confianza, entre las que incluye la propuesta rusa de establecer un teléfono rojo de carácter civil para contactos de emergencia, además de hacer pleno uso de los canales militares de comunicación para promover la previsibilidad y transparencia, y reducir riesgos. Mientras el documento de Washington acusa a Rusia de haber realizado grandes ejercicios militares sin aviso previo, la OTAN propone bajar el umbral de fuerzas a partir del cual las maniobras deben ser notificadas. También plantea la realización de consultas para prevenir incidentes en el aire y el mar, mientras que Washington denuncia las peligrosas maniobras de cazas rusos sobre buques aliados en aguas internacionales o la vulneración de la libre navegación en el mar Negro o el de Azov, al noreste de Crimea.
La OTAN pide a Rusia que reanude la aplicación del Tratado de Fuerzas Convencionales en Europa (CFE), volviendo a participar en el grupo de consultas y proporcionando información detallada sobre sus tropas, como establece el tratado.
Las preocupaciones de la Alianza no se limitan a la guerra convencional. Propone a Moscú “promover un ciberespacio libre, abierto, pacífico y seguro”, mediante la realización de consultas para “reducir las amenazas en el ciberdominio”, asumiendo las obligaciones legales internacionales y los protocolos voluntarios de conducta responsable en el ciberespacio, “y desistiendo todos los Estados de realizar ciberactividades maliciosas”. No se trata de una demanda retórica: en plena escalada de la tensión bélica, Ucrania ha sido víctima de ciberataques atribuidos a Rusia.
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