La COP28 emprendió este viernes su segunda y decisiva etapa de negociaciones en Dubái bajo el interrogante de si se alcanzará un acuerdo sobre la suerte de los combustibles fósiles.
«Abandonar» o «reducir» el uso del petróleo, el gas y el carbón: esa es la disyuntiva básicamente para la declaración final, que los ministros deben en principio cerrar el próximo martes.
En la mesa hay una tercera opción, mucho más controvertida, que es la de no mencionar en absoluto esos combustibles, que representan más de tres cuartas partes de la matriz energética mundial.
Según las declaraciones de los distintos bloques de negociación en Dubái, el consenso inclina más bien la declaración final hacia un compromiso en el lenguaje sobre este tema, que aparecerá mencionado específicamente.
Los combustibles fósiles tienen un papel clave en la inflación de los países ricos, y es una parte vital del desarrollo de los más pobres.
«Una energía diferente»
«He estado en muchas COP y siento una energía diferente aquí, un sentimiento de urgencia» explicó John Kerry, el responsable para cuestiones climáticas de Estados Unidos, el miércoles, cuando se cerró la primera etapa de la conferencia.
«Les ruego que terminen la tarea», pidió el presidente de la COP28, Sultan Al Jaber, este viernes, al abrir una nueva reunión plenaria.
La COP28 es la primera conferencia que hace un balance de la lucha contra el cambio climático desde 2015, cuando se firmó el Acuerdo de París, y puede ser la «que cambie las reglas del juego», enfatizó Al Jaber.
Las decisiones se toman por consenso en las conferencias de partes (COP) de la ONU.
Jaber distribuyó la tarea de aquí al martes en varios grupos de trabajo, copresididos por dos ministros de países, que deberán recibir las sugerencias de los participantes.
Una primera pausa para analizar el borrador debería tener lugar el sábado, a media jornada, explicó Jaber ante la asamblea de la COP.
China y EEUU entran en juego
«Siempre hay que prestar atención a lo que discuten los grandes protagonistas», explicó a la prensa Jennifer Allan, experta en negociaciones climáticas del Earth Negotiations Bulletin.
En Dubái, las relaciones entre EEUU y China marcan buena parte del ambiente negociador, junto a la actitud de Rusia. La Unión Europea tiene una actitud ambiciosa en la mayor parte de los temas.
China y Estados Unidos se reunieron el mes pasado y se mostraron de acuerdo en que «hay que acelerar suficientemente el despliegue de las energías renovables (…) para acelerar la sustitución de la producción de electricidad a partir del carbón, el petróleo y el gas».
Es decir, que una posibilidad de acuerdo en la declaración de la COP28 podría vincular la suerte de los combustibles fósiles al aumento de la producción energética de las renovables.
Eso pasaría por triplicar la capacidad instalada de energías renovables de aquí a 2030, y duplicar la eficiencia energética.
Uno de los objetivos del Acuerdo de París de 2015 es lograr la neutralidad cero de emisiones de gases de efecto invernadero (emisiones igual a retenciones) de aquí a 2050.
Buenos auspicios
La COP28 se abrió con buenos auspicios el 30 de noviembre, cuando todo el mundo se puso de acuerdo en poner en marcha un fondo de daños y pérdidas en favor de los países más afectados por el cambio climático.
La puesta en marcha de ese fondo fue negociada en apenas un año, y podría arrancar en 2024 con unos 700 millones de dólares iniciales.
Otro tema podría desbloquearse en los próximos días: la sede de la próxima COP29, que podría celebrarse en Azerbaiyán.
Armenia, país vecino y enfrentado a Azerbaiyán desde hace décadas, levantó sus objecciones.
Pero en la sombra subsisten temas que pueden bloquear el resultado final, el martes: por ejemplo, todo el capítulo complejo dedicado a cómo adaptarse al cambio climático.
Esa parte de las negociaciones está en «un estado lamentable», en palabras de Jennifer Allan.
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