El Medio Ambiente como una totalidad, debe considerar: la persona Humana expresada en el yo, y en el otro, la Naturaleza y la vida como lo otro; y el universo en su transcendencia, que desde hace trece mil setecientos setenta millones de años existe. Para los creyentes y de acuerdo su fe en un Dios o primera causa, ya sea dentro del monoteísmo o politeísmo; pero también con la explicación científica del Bin Bang, de la singularidad infinita y densa, que comenzó a expandirse generando energía y materia, en evolución permanente hasta las distintas expresiones de la vida.
Desde el punto de vista de la Filosofía, la realidad del universo es la del ser que es uno y múltiple, estático y dinámico, como lo concebían Parménides y Heráclito, de un todo que se multiplica en un constate devenir y en el cambio de la potencia al acto. Con los Socráticos, tanto con el creador de la Mayéutica como con Platón y Aristóteles, visualizaron la doble concepción del mundo de las cosas y el de las ideas, pero en la necesaria armonía del hombre y la naturaleza en una sola Cosmogonía. Desde el zoroastrismo las grandes religiones monoteístas siempre le dieron al Universo una dimensión ética, en la conducta del ser humano como ser racional y emocional.
Al margen del materialismo o idealismo, como han afirmado los Estoicos y los Existencialistas, ha sido siempre la buena existencia la que ha precedido a la esencia de las cosas.
Hoy el planeta Tierra está en peligro, y de la existencia en relación con la vida puede quedar solo su esencia; porque con el calentamiento global estamos en un camino sin retorno. Nuestro mundo está en peligro, así lo han afirmado repetidamente El Grupo Intergubernamental De Expertos Sobre El Clima (GIEC). Lo ha ratificado la reciente Conferencia de GlasgowCOP-26. Para la escritora Shelley Tanaka la alerta roja está aquí y es ahora y para el irlandés Stephen Byers es una bomba que puede estallar con consecuencias apocalípticas.
Los Organismo Internacionales y los Científicos han venido alertando sobre el calentamiento de la tierra, producto de la actividad humana. La temperatura de nuestro planeta no se había alterado desde hace diez mil años. Desde la era preindustrial a nuestros días ha llegado 1°C. La tendencia al calentamiento es geométrica y en algunos años muchas especies incluido nosotros, no seríamos capaces de adaptarnos a esa realidad. El hemisferio norte se calienta más rápido y estamos ya viendo la desaparición de los grandes glaciales. Pronto podría desaparecer la Península Antártica, con el drama de la perdida de agua dulce y la elevación de los océanos y mares, los arrecifes desaparecen, la biodiversidad disminuye, los animales modifican sus patrones migratorios y cada vez es mayor la contaminación con el uso de los combustibles fósiles que liberan a la atmósfera el carbono y atrapan el calor.
Desde la filosofía podemos observar varias dimensiones del medio ambiente, aunque es la Ética y la Política junto al Derecho son quienes deben actuar para evitar la catástrofe ambiental, ya anunciada. Son múltiples los Tratados Internacionales y las Leyes e Instituciones Nacionales, dirigidas al desarrollo sustentable y sostenible. Pero se hace necesaria la concientización sobre el imperativo ambiental. Recientemente en estas páginas escribíamos sobre la Nueva Criminología Verde y la Justicia Ecológica. Para los juristas, los políticos y los diplomáticos son fundamental la protección del medio ambiente como Bien Jurídico Universal. Las universidades deben avocarse a este nuevo Derecho Internacional y Nacional Ecológico, tomando como referencia urgente el cambio climático. Los delitos y crímenes ecológicos deben ser duramente sancionados. El Ecocidio debe ingresar a la Corte Penal Internacional como quinto delito tipificado junto a los ya cuatro considerados: Genocidio, Crímenes de Guerra, Lesa Humanidad y Agresión.
En 1998 cuando se aprobó el Tratado de Roma, que creó la CPI, no fue incluido este crimen por la oposición de Estados Unidos, Reino Unidos y Holanda. El término Ecocidio apareció con motivo a la Guerra de Vietnam, donde junto a las agresiones contra el hombre, el uso de armas químicas con el herbicida agente naranja destruyó millones de hectáreas de selvas. Precisamente algunas delegaciones denunciaron este Ecocidio en La Cumbre Ambiental de la ONU de 1972 en Estocolmo. En 1977 la ONU aprobó la Convención sobre la Prohibición de Uso de Técnica de Modificaciones Ambiental Con Fines Militares u Otiles.
La jurista escocesa Polly Higgins es conocida por su campaña para la tipificación del crimen del Ecocidio, señalando la responsabilidad tanto de los estados como de las empresas nacionales o multinacionales. Para esta abogada el daño que se le hace a la naturaleza también se le hace al hombre. El Papa Francisco formuló la necesidad de establecer el Ecocidio como crimen contra la paz, en el XX Congreso Internacional de la Asociación de Derecho Penal, celebrada en el Vaticano 2019, incluso publicó su encíclica ecológica Laudato Si, donde se considera no sólo como un delito el Ecocidio sino como un pecado para los católicos.
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