José Félix Díaz Bermúdez: Brasil, ¿Lula otra vez?

Brasil, el más importante país de la región latinoamericana y el primero que por sus recursos, potencialidad, industria, productividad y tecnología pudiera figurar entre los más desarrollados del mundo, se encuentra en un importante proceso electoral que decidirá el inmediato futuro de su democracia entre diversas opciones políticas y, principalmente, la que representa el actual presidente Jair Bolsonaro (2019-2022), y el candidato opositor, el ex Presidente, Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010).

El gobierno de este último produjo efectos positivos para su país en dos áreas esenciales: la reducción de la pobreza y el aseguramiento de la capacidad alimentaria de la población mediante el programa Bolsa Familia y otros, a través de los cuales logró mejorar en este aspecto la situación social; y el adecuado manejo del capital privado y de las inversiones extranjeras lo cual le permitió mantener, sin destructivas posturas ideológicas, el equilibrio entre diversos sectores e impulsar la economía de Brasil. En lo negativo, se le señala que no acompañó con firmeza el proceso de democratización y de defensa de los derechos humanos de otros países de América Latina, sin asumir posiciones orientadoras e influyentes para estimular el diálogo, elecciones libres, conservación de la institucionalidad y el respeto a la pluralidad política.

En lo interno, una de sus evidentes virtudes políticas ha sido la conservación de ese indispensable equilibrio entre las exigencias de un sector privado organizado, productivo, en el cual se respete el capital, se posibilite la inversión y se ofrezcan garantías a la propiedad y, al mismo tiempo, la necesidad de desarrollar una política social inclusiva logrando que grandes sectores populares superasen alarmantes niveles de pobreza.

Podemos apreciar evaluando la postura de Lula ante el pueblo brasileño como un candidato que promete sostener el equilibrio y el impulso productivo de distintos sectores del país. Por un lado, auspicia un programa social de emergencia y estructural que fomenta restaurar las condiciones de vida del pueblo brasileño, la igualdad entre mujeres y hombres, la existencia de igualdad salarial, estímulo a la participación, el acceso de las mismas a mayores posiciones de gobierno; igualmente se compromete a corregir el: “desgobierno” como lo califica, que condena a un país a la inflación, el desempleo, el hambre, la merma del patrimonio y la destrucción del medio ambiente. Su programa no solamente se dirige a los pobres, sino a la clase media que en definitiva, en cualquier país, es la generadora de riqueza, sostenedora del funcionamiento profesional y gerencial de las empresas, la más formada para apoyar la gestión y conducir el desarrollo de la nación.

Lula aparece ante el electorado como un político de equilibrio y de centro que denuncia la crisis social, política, económica y humanitaria que confronta Brasil pero, al mismo tiempo, que está convencido de los logros de su pasada administración en la cual, como indica: “combinamos crecimiento económico e inclusión social como nunca en la reciente historia de Brasil”. Buena parte de su acierto fue continuar la exitosa política de su antecesor Fernando Henrique Cardoso.

Si consideramos el concepto de democracia que Lula propone en Brasil, a juzgar por sus señalamientos al gobierno de Bolsonaro, la misma no es para amenazar, desmontar y desguarzar un país, ni para vender las empresas estratégicas. La integración del pueblo en una causa, todos:

«Queremos unir a los demócratas de todos los orígenes y matices, de las más variadas trayectorias políticas, de todas las clases sociales y de todos los credos religiosos para enfrentar la amenaza totalitaria, el odio, la violencia, la discriminación y la exclusión que pesan sobre nuestro país», ha expresado.

En lo internacional, si Lula resultase presidente de Brasil, debe a nuestro juicio enfocar como estadista influyente en América Latina el proceso democrático con un sentido de equilibrio, de restablecimiento de las libertades y los derechos humanos, del pluralismo y recuperación de la confianza en los gobiernos y los líderes, tal y como el mismo promete realizar en un nuevo gobierno en Brasil.

El pueblo brasileño tiene retos importantes que cumplir y metas que alcanzar: superar sus déficit sociales, reorientar el crecimiento, profundizar la igualdad, renovar y proteger su importante capacidad industrial, apoyar la democracia continental y su proceso de integración con el resto de América Latina, respetar la institucionalidad y asegurar el bienestar del noble pueblo de Brasil.

Jfd599@gmail.com

El Universal

Share this post:

Noticias Recientes

El Espectador de Caracas, Noticias, política, Sucesos en Venezuela