Jesús A. Rondón: Revolucionarios para la Revolución

No hay revolución sin revolucionarios y revolucionarias, de ahí que plantee una cuestión fundamental: se requieren revolucionarios y revolucionarias para la revolución. Muchos y muchas fingen ser revolucionarios y revolucionarias, para hacer que las cosas sigan igual, que es como le conviene a ellos y ellas y al enemigo principal. Son estos y estas los que se van desnudando desde los hechos, las que develan en el terreno que su verbo tiene muy poco que ver con su práctica.

¿Cuán difícil es ser revolucionario o revolucionaria? ¿Cuán difícil es desprenderse de las viejas formas y ser coherente con el fondo de lo nuevo?

Los revolucionarios y las revolucionarias no surgen por generación espontánea, son fruto de lo que hasta ahora se llama la praxis, ese extraordinario escenario donde se hace lo que se dice que hay que hacer, y una valoración pertinente permite ir cimentando eso que le llaman conciencia, que al final es el arma con la que se rompe el círculo de dominación. Esa praxis hasta ahora solo es conocida como la militancia, de tal manera que toda revolucionaria o revolucionario es alguien que milita y esto solo es posible en un espacio colectivo. Es así que ser militante no es un acto excepcional.

Ser revolucionario o revolucionaria es una tarea peligrosa, pues quienes son los restauradores y las restauradoras agazapadas los buscarán y las buscarán para neutralizarlos, pues su cuestionamiento permanente les supone un peligro latente.
Hoy vemos “revolucionarios” y “revolucionarias” desde ese nuevo púlpito que son las redes sociales, diría un buen amigo: “Son arrechisimos con un teclado, pero no mueven a nadie”, en decir son estériles en las relaciones con otros y otras. Son estos los que se exhiben con una estética conveniente y un discurso que no pasa de una retahíla de eslóganes.

Estamos en una época, donde las formas han cambiado, por tanto nuestros métodos deben hacerlo, mientras que hay que conservar otros que no han podido ser superados. Quienes nos precedieron han cumplido su rol histórico, ayudándonos a militar, ahora nos toca a esta generación llevar ese testigo con dignidad, pues no habrá revolución sin revolucionarios y revolucionarias que logren forzar la barra a favor de los intereses del pueblo.

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