Muchas personas acuden a descartar la presencia del Covid-19 en su humanidad, cuando ya experimentan algún síntoma clave. También acuden, quienes después de ignorarlos, son presa de miedos, y de estos algunos ya no tienen oportunidad alguna. Yo fui por razones de trabajo. Llegue con inquietud, claro sin confesarlo públicamente; pues bien es sabido, que las estadísticas reflejan que el ochenta por ciento de los contagiados no refieren síntomas previos. Así que, por más sangre fría que se pretenda tener, la mente saca la cuenta y te da motivos.
La inquietud aumenta un poco mas, a la hora de la toma de la muestra, pues me hurgaron en el fondo de una de las fosas nasales, como no recuerdo que lo hayan hecho antes. Acto seguido, comienza una tensa espera de los resultados. Mi dictamen no llegó al correo, pero si al teléfono y la palabra clave fue: positivo. En pocas oportunidades, una palabra ha tenido una carga tan demoledora.
De esta manera comienza una pausa en la vida, donde las tareas fundamentales son aislamiento, atención médica, medicación y reposo. En el entorno se encienden las alarmas de inmediato, pues debes informar a las personas con las que has tenido contacto, que tu situación es la que es. Es inevitable la culpa, pues en realidad puedes haber contagiado a otros de manera involuntaria.
Recordé en esos días a los expertos que sostienen, que esta es la primera pandemia con exceso de información para la población, y que mucha de ella es falsa o engañosa, lo que nos coloca en un escenario que denominan infodemia. Una carga adicional, en una situación de contagio. Así que acogí un buen consejo: “no investigues más y atente a la vigilancia médica, ellos deben conocer tu situación y en función de ella, tomarán decisiones”.
Ya me he recuperado, como se dice y formo parte de una mayoría que lo ha hecho con la buena fortuna de experimentar síntomas leves. No todos la cuentan y claro que uno lo piensa. Agradezco a la vida, poderles decir esto. Recuerdo con afecto, las muestras de solidaridad y cuidado, y las miradas cautelosas.
Terminó la pausa, pero no el cuidado, ahora tengo más razones, para ello, por mi y por mi comunidad. Me queda una idea sencilla, este virus pone a prueba nuestro cuerpo y mente, y la historia de salud que hay en él.