Jesús A. Rondón: La técnica del embarre

En el camino que llevo en la administración pública, he visto y escuchado muchas cosas. Una de esas frases, que no he olvidado, ha sido: “No hay problema, lo que hay que buscar es embarrarlo”. La esencia de esta expresión me resulta terrible, pues devela unos de los modus operandi para ganar adeptos, por la vía de captar a quienes eventualmente enfrentan las prácticas corruptas o quienes resultan ser útiles para determinadas tareas. En este sentido, se busca que el objeto del embarre, acceda a beneficios de una situación irregular, mediante varias modalidades, desde las más sencillas hasta las más complejas, esto último depende de la importancia del sujeto en cuestión. Digamos, que mediante este mecanismo se usa el guante de seda.

La técnica del embarre no busca solo captar adeptos a las prácticas corruptas, sino que tiene un impacto más trascendental, es decir pretende anular la capacidad ética de la personas, de manera que se pueda afirmar sin dudas que “todos somos iguales” y que ser corrupto “es inevitable”, por lo tanto es raro tener un comportamiento diferente. De tal manera que se termina normalizando las prácticas corruptas en las organizaciones, haciendo que el camino para combatirlas y promover una política fundamentada en el bien común tenga bastantes obstáculos.

Aunque mi punto de partida para esta nota, se da en el ámbito de la administración pública, el fenómeno de la corrupción es societal, y se da también con fuerza en el sector privado, aunque la propaganda siempre pretende investirlo de un manto de eficiencia, frente a lo público.

La corrupción como hecho social es poco estudiada, y esto se puede explicar porque hay poco interés en abordar estas realidades, lo cual no contribuye a comprender sus diversos mecanismos, lo que obviamente limita la acción desde múltiples terrenos, para afectar las formas de reproducción de las prácticas corruptas. Desde el punto vista social es un tema que se encuentra en titulares en el debate público, pero sobre el cual no se delibera. No hay que descansar en promover reflexiones que puedan contribuir a movilizarse para que el bien común prevalezca, pues aunque seamos una sociedad altamente embarrada, eso no debe limitarnos para aspirar a una sociedad libre de prácticas corruptas.

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