Jefe de la ONU visita Pakistán tras inundaciones

El secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, empezó este viernes una visita de dos días a Pakistán, cuyas autoridades confían en que impulse la ayuda para millones de afectados por unas catastróficas inundaciones.

Un tercio de la superficie del país, equivalente a la extensión total de Reino Unido, se encuentra sumergido tras una intensa temporada de lluvias monzónicas que han dejado casi 1.400 muertos y cuantiosos daños materiales.

En un tuit camino a Pakistán, Guterres dijo que quería «estar con la gente en estos momentos de necesidad, estimular la ayuda internacional y llevar la atención global a las repercusiones desastrosas del cambio climático.

El gobierno de Pakistán diseñó ya un plan de ayuda ante las inundaciones y la ONU pidió el mes pasado por una financiación internacional inmediata de 160 millones de dólares que ya está empezando a llegar.

Las autoridades del país indicaron que la reparación y reconstrucción de la infraestructura dañada costará al menos 10.000 millones de dólares, una cantidad inasumible para su endeudada economía, pero destacaron que la prioridad es aportar comida y refugio a las millones de personas que perdieron sus hogares.

La época del monzón, que se extiende de junio a septiembre, suele dejar importantes precipitaciones en el sur de Asia, pero hacía décadas que no se vivían lluvias tan intensas en Pakistán, que culpa de ellas al cambio climático.

Este año, el país ya se ha enfrentado a una ola de calor que en algunos casos superó los 50 ºC, a importantes incendios forestales y a inundaciones devastadoras causadas por el rápido deshielo de los glaciares.

Pakistán es responsable de menos del 1% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, pero ocupa el octavo lugar entre los países más amenazados por los fenómenos meteorológicos extremos, según un estudio de la ONG Germanwatch.

Hacinamiento y epidemias

La oficina meteorológica nacional indica que durante la temporada del monzón de 2022 llovió cinco veces más de lo normal.

En las provincias meridionales (Baluchistán y Sindh), las precipitaciones fueron más de cuatro veces superiores a la media de los últimos 30 años.

El mal tiempo provocó inundaciones repentinas en los ríos montañosos del norte, que arrasaron carreteras, puentes y edificios en cuestión de minutos, y una lenta acumulación de agua en las llanuras del sur que sumergió cientos de miles de kilómetros cuadrados de tierra.

Cientos de campamentos improvisados surgieron en los escasos espacios secos del sur y el oeste del país. Las carreteras o vías férreas elevadas son a menudo los últimos lugares donde el agua no se deslizó.

Las personas se hacinan juntas y con su ganado. Se teme que esto provoque epidemias. Ya se han registrado numerosos casos de dengue, enfermedad propagada por mosquitos, y de sarna.

Según las últimas cifras de la Autoridad Nacional de Gestión de Desastres (NDMA), las inundaciones causaron la muerte de casi 1.400 personas desde junio.

Cerca de 7.000 km de carreteras fueron arrasadas, 246 puentes destruidos y 1,7 millones de viviendas y empresas destruidas o gravemente dañadas.

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