El ejército israelí prosigue el jueves su operación en el principal hospital de Gaza, donde afirma que Hamás esconde una posición militar estratégica, pese a las críticas y la preocupación internacional por los civiles que se hacinan en su interior.
«Esta noche llevamos a cabo una operación selectiva en el hospital Al Shifa. Continuamos avanzando», declaró en la noche del miércoles el general de división Yaron Finkelman, encargado de las operaciones israelíes en Gaza.
El ejército israelí confirmó el jueves por la mañana a la AFP que sus «soldados» siguen desplegados en este complejo, el más importante de la Franja de Gaza, donde la ONU estima que hay 2.300 personas entre pacientes, personal médico y desplazados.
El Ministerio de Salud del territorio palestino controlado por Hamás dijo que «buldóceres israelíes destruyeron varias partes de la entrada sur» del complejo sanitario.
Israel asegura que Hamás utiliza el hospital como base militar, una acusación compartida por Estados Unidos que el movimiento islamista palestino rechaza.
En una primera incursión el miércoles, el ejército israelí aseguró que encontró «municiones, armas y equipos militares» pertenecientes a Hamás, que está catalogado como organización «terrorista» por Estados Unidos, la Unión Europea e Israel.
El ejército publicó imágenes de armas, granadas y otros equipos de guerra, asegurando que procedían de su operación en Al Shifa. La AFP no pudo confirmar estas acusaciones con fuentes independientes.
El ministerio de Salud de Hamás rebatió que es imposible que encontraran «armas ni equipos militares» porque «no se autoriza» la tenencia de armas en hospitales de su red.
«Extremadamente cuidadoso»
Por primera vez desde el inicio de la guerra, el Consejo de Seguridad de la ONU logró aprobar una resolución para pedir «pausas humanitarias y corredores humanitarios» en la Franja de Gaza.
El texto, adoptado con 12 votos a favor y las abstenciones de Estados Unidos, Rusia y Reino Unido, «insta a pausas y corredores humanitarios amplios y urgentes durante el número de días suficientes» para permitir la llegada de ayuda a la población.
Según un periodista colaborador de la AFP en Al Shifa, decenas de soldados israelíes irrumpieron el miércoles en el hospital pidiendo que «todos los hombres de 16 años en adelante» saliesen «hacia el patio interior para rendirse».
Las tropas registraron a mujeres y niños que lloraban y fueron de habitación en habitación, disparando al aire, en busca de combatientes de Hamás, relató este periodista.
Esta primera incursión suscitó condenas internacionales y llamados a proteger a los civiles palestinos tanto desde la ONU como desde países como Francia, Catar o Turquía.
El presidente estadounidense, Joe Biden, reclamó a su aliado ser «extremadamente cuidadoso» en esta operación dentro del hospital.
Pero el dirigente, un apoyo clave de Israel en su guerra contra Hamás, también estimó que no es realista pensar que Israel detendrá la operación.
Presiones de las familias de los rehenes
El 7 de octubre, Hamás lanzó un ataque sorpresa en el sur de Israel en el que murieron unas 1.200 personas y otras 240 fueron secuestradas, según las autoridades israelíes.
En respuesta, Israel prometió «aniquilar» al movimiento islamista, bombardeando a diario la Franja de Gaza y situándola bajo asedio total.
Esta ofensiva, que desde el 27 de octubre está acompañada de una operación terrestre, ha matado a más de 11.500 palestinos, incluidos más de 4.700 niños, según el ministerio de Salud de Hamás.
Además, según la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA), 1,65 millones de los 2,3 millones de habitantes que tiene este territorio palestino fueron obligados a huir de sus hogares por el conflicto.
Solo desde el 5 de noviembre, 200.000 palestinos huyeron del devastado norte de la Franja de Gaza hacia el sur del territorio.
Israel informó que unas 240 personas fueron secuestradas durante el ataque de Hamás, cuya suerte supone una cuestión delicada para el gobierno del primer ministro, Benjamin Netanyahu.
Biden afirmó que está ligeramente «esperanzado» de que haya resultado positivo de las negociaciones para su liberación, en las que Catar ejerce de mediador.
«No me quiero adelantar porque no sé lo que ha pasado en las últimas cuatro horas, pero hemos logrado gran cooperación con Catar (…) Voy a parar aquí, pero estoy ligeramente esperanzado», dijo.
La presión aumenta sobre el gobierno de Netanyahu: las familias de los rehenes le exigen un acuerdo inmediato para su liberación y el martes iniciaron en Tel Aviv una marcha de cinco días hasta la oficina del primer ministro en Jerusalén.
En el frente político, el jefe de la oposición, Yair Lapid, pidió la dimisión inmediata de Netanyahu y su reemplazo por otro miembro del partido gobernante, el Likud.
«No podemos permitirnos llevar a cabo una larga campaña (militar, ndlr) con un primer ministro que ha perdido la confianza de la gente», dijo en una entrevista al canal de noticias israelí N12.
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