25 de noviembre de 2024 3:31 PM

Isabel Pereira Pizani: El costo de la libertad

Según la última encuesta Delphos, los venezolanos que seguro votarían y los que probablemente lo harían suman 75,7%. Otra vez un entorno favorable a la participación. Una tendencia de gran valor a pesar de estar marcada por una oposición que no logra plasmar la unidad. Simultáneamente, vemos el despliegue de una tenaz labor pro abstención por parte de algunos liderazgos. Nos angustia ser testigos de sus recorridos por el país, mostrando aglomeraciones de gente inquieta, atemorizada frente a la incertidumbre. Desgranan sus argumentos que siempre son los mismos: “Es una compra de tiempo de Maduro”, “es legitimar el régimen”, “con delincuentes no se negocia”, “Nunca entregarán el poder por las buenas”, “Se trata de un régimen criminal, ilegítimo, con el que no se puede negociar, ni votar”. Van sembrando la desconfianza sobre esta ventana que se abre en medio de todos los riesgos, con la seguridad de que Maduro y su banda harán todo lo posible por sabotear, desanimar, envilecer la participación del sector opositor. Tarea que hasta ahora habían logrado. Encarcelar a Freddy Guevara es la mejor prueba de ello.

Como no somos politólogos y 99,9% de los venezolanos no lo es tampoco, hay que hacer un esfuerzo para entender a Maduro cuando declara a los medios de comunicación. Sus palabras son el resultado de una maquinación, un mensaje fríamente calculado con un fin claro, imponer las elecciones y a la vez desestimular la participación de la oposición. La última declaración de Maduro es claramente dirigida con este propósito a esa parte de la oposición que aún vacila: “Los resultados electorales me permitirán recuperar la gobernabilidad”. Más claro imposible, se puede leer de forma directa lo que quiere transmitir,  su seguridad de ganar las elecciones porque la oposición se abstendrá y con ello recuperará la gobernabilidad, ahora con respaldo electoral. La respuesta esperada de la oposición, por los estrategas de Maduro, sería “si es así, no voto, porque contribuiría a atornillarlo en el poder”. Esta sentencia va directa a reforzar a los abstencionistas que repetirían su cantinela: “Es claro que abstenerse es el camino, lo otro es legitimar el régimen”.  Sin ser una experta en este tema, me siento realmente ofendida por lo burdo de la trama y más aun por ver el enorme esfuerzo que están realizando algunos líderes promoviendo la abstención,  apoyados en una convicción de base muy cuestionable e impidiendo, demonizando la pregunta ¿tú qué propones? Sabemos que estas elecciones no son la solución final, pero también sabemos que se puede utilizar el gran poder que otorga ser una mayoría abrumadora que aspira, necesita, que el cambio político ocurra lo antes posible. Oigamos a Félix Seijas que sabe más que nosotros, los comunes: “Los encuestados que se identifican como opositores suman 35,9%. Un alto porcentaje de la población (38,8%) se ubica en la opción ‘ninguno’; es decir, no se identifica ni como chavista ni como opositor”. Pero, oído al tambor: “Los ninguno no se identifican con ninguna de las dos fuerzas políticas. Pero su comportamiento se parece al opositor; es decir, quieren un cambio de gobierno, solo que no se identifican con las estructuras que representan a la oposición en este momento”.

Esta afirmación debe ser cierta, porque no es fácil estar con la oposición, aun rechazando el gobierno frontalmente. Frecuentemente nos asaltan con la pregunta: ¿Por qué no se ponen de acuerdo? La periodista Mari Montes incluso hizo una petición extrema al liderazgo: “Desearía tenerlos enfrente y amarrarlos barriga con barriga como hacía mi mamá para que dejen de pelear”. Confieso que creo en Roberto Picón y en Enrique Márquez, son personas honorables, estoy convencida de que, en su dificilísima tarea, no aceptarían nada que vaya contra la verdad y el profundo deseo de los venezolanos de recuperar la libertad, como hoy pregona en medio de la desesperación el pueblo cubano. Nos sentimos humillados, avergonzados cuando entendemos que el país que tanto amamos está en manos de un grupo sin ningún mérito, afanados en atesorar los bienes públicos y privados. Personas sin ningún compromiso ético, aferrados al poder, corruptos hasta sus familias, sin mostrar sensibilidad ante el sufrimiento colectivo, sin conmoverse cuando ven a las familias huyendo en busca de un destino que muchas veces es adverso, cuando ven, con indiferencia, morir niños en el J. M. de los Ríos como Osiris Lozano por falta de atención oportuna.

Hoy estamos frente a opciones que deberían ser congruentes, se negocia en México y al mismo tiempo se trabaja por lograr mejores condiciones electorales, es decir, en el ring se está peleando, no hay resignación. Aprovechemos la confesión que se deriva de las palabras de Maduro, reconociendo que carece de gobernabilidad y de paso intentar provocar la abstención de la oposición como única posibilidad de continuar en el poder. No se puede continuar demonizando todos los escenarios de lucha, atacando a las organizaciones que promueven el diálogo en medio de la adversidad, conociendo plenamente al oponente. Sabiendo que se pelea contra un ente cuyo único objetivo es seguir aferrado al poder, asesinando, reprimiendo, mintiendo, tratando de engañar al oponente. Tenemos que ser conscientes de que la difícil salida para el régimen es llevar hasta el límite la represión y exacerbar las necesidades del pueblo siguiendo el ejemplo de Fidel Castro. Las oportunidades están frente a nosotros, difíciles, casi imposibles, pero están, nada ganamos pregonando el fracaso de las negociaciones, solo por estar realizándose en México. Las circunstancias cambian vertiginosamente, no contábamos con el alzamiento de Cuba y ocurrió, la gente que se lanzó a las calles pidiendo libertad sabe a quién está retando, el régimen cubano responde usando lo único que tiene, asesinar, secuestrar, torturar a los verdaderos rebeldes, hasta ahora en pocos días han muerto 7 generales cubanos y no ha sido por el covid. Negar la viabilidad a todos los escenarios de lucha es suicida, calificar cualquier negociación como claudicación, entrega, al igual que intentar abortar México antes de que ocurra, obstaculizar la posibilidad electoral es el verdadero oxígeno que necesita el régimen. Las opciones están en pleno desarrollo, la resistencia es real. Examinemos con sinceridad la propuestas de los que se niegan a todo, es muy hábil demonizar la pregunta ¿usted qué propone? Hágala y se topará con un vacío inútil, sin salida. Junto al pueblo demos la lucha en todos los frentes, sabiendo que la respuesta es represión, pero es el costo de la libertad.

El Nacional

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