El Esequibo es y debe seguir siendo un tema de unidad nacional para los venezolanos.
Guyana decidió desconocer el Acuerdo de Ginebra para entrar en el terreno donde siente mayor comodidad, el judicial. Al presentarse ante la Corte Internacional de Justicia, no está actuando en contra de Nicolás Maduro, sino en contra de Venezuela y los venezolanos, por ende, este es un tema que nos compete a todos.
El valor del Esequibo va mucho más allá de una extensión de tierra. El Esequibo le asegura la cualidad atlántica a Venezuela, sin el Esequibo el país queda circunscrito al Caribe y perdemos parte importante de nuestra influencia geopolítica. El Esequibo compromete el sueño de la Patria Grande que nació con el primer grito libertario, el cual ha acompañado a nuestro país a lo largo de su historia.
Venezuela afronta un momento histórico de envergadura, necesita la unidad de su gente y la generosidad de toda nuestra clase política. En este sentido, nada mejor que actuar movidos por el sentimiento nacional, no es el momento de disputas internas, ni de pequeñeces políticas.
Detrás del reavivamiento del conflicto por el Esequibo, subyace un juego de poderes que va más allá de la aspiración territorial del vecino. Sabemos que Guyana es una fachada en este reclamo, pues detrás de ella confluyen intereses económicos de corporaciones poderosas y globales. No hay que escarbar mucho.
Dentro de la supuesta fortaleza comunicacional o jurídica de Guyana, aflora lo que es tal vez la mayor de sus debilidades. En la defensa guyanesa no hay elementos que descansen sobre un basamento histórico o geopolítico capaz de reflejar o comprobar la indivisibilidad genética entre el Esequibo y Guyana. Este hecho deja en evidencia que la demanda es solo un eslabón dentro una operación económica de gran proporción, digitada por los conglomerados internacionales.
La solución no está en La Haya, sino en el seno de la ONU, por tanto, el Convenio de Ginebra tiene que mantenerse en la centralidad de la estrategia de nuestro país.
Reafirmar la soberanía de Venezuela sobre el Esequibo, requiere que nuestra política exterior avance sobre una planificación estratégica integral, es decir, debemos ser capaces de leer y entender los pasos de Guyana, su estrategia, e incluso ir más allá, escudriñar la biografía de los jueces de La Haya, estudiar los procesos históricos y políticos de sus países de origen para saber hacia dónde apuntan; debemos revisar experiencias similares como, por ejemplo, la disputa marítima entre Bolivia y Chile, rescatar las lecciones aprendidas.
Urge adecuar el lenguaje comunicacional. Corresponde mostrar a una Venezuela unida, dispuesta a oponerse tenazmente a tamaña barbaridad, pero sin caer en el juego de la pugnacidad hacia la cual el vecino y las corporaciones quieren arrastrarnos. Guyana intenta ganar la solidaridad internacional posicionando la matriz de que la violencia y la agresión vienen del lado de Venezuela, jugando así el papel de víctima.
Guyana se aprovecha de la situación interna e internacional de nuestro país. Uno de sus argumentos es la situación socioeconómica y de inseguridad que aqueja al oriente de nuestro territorio. Dentro de sus líneas conductuales en la Corte, está fortalecer la tesis de que mientras más avanzas al Oriente de Venezuela, más insegura y vulnerable es la institucionalidad.
Siendo el territorio contiguo al Esequibo, el Gobierno Nacional tiene la urgente tarea, junto con la FANB, de desplegar sus mejores esfuerzos para convertir la región oriental del país en una zona estratégica especial de desarrollo contemplando su acoplamiento con el Esequibo. En este orden debe detenerse, por ejemplo, el desmantelamiento de la Universidad de Oriente, principal casa de estudios superiores de la región y de las primeras del país.
Bajo este contexto, la “efectividad de la posesión” sobre el Esequibo es un elemento clave para cualquier instancia, inclusive la Corte, y esto comienza en casa, dentro de nuestras fronteras y especialmente en el Oriente.
El mundo aprecia la unidad frente en este tipo de litigios, sobre todo cuando hay representatividad social y legitimidad política. Por ello es clave convocar un espacio de convergencia nacional, integrado por Gobierno, oposición, y desde luego actores de la sociedad civil y las Fuerzas Armadas.
Ciertamente el componente militar juega un papel de primer orden en la reafirmación de nuestra soberanía sobre el Esequibo, y en base a ello aplaudo que la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, en recientes días, haya ratificado su compromiso de defender nuestro territorio, pero para quienes trabajamos en la construcción de paz lo último que queremos es un desenlace de tipo armado, por ello seguiremos apelando a una estrategia integral y coherente, que empalme con las acciones jurídicas y el respaldo moral de nuestros hombres y mujeres en armas.
El Esequibo es nuestro y hay que defenderlo.