23 de noviembre de 2024 9:29 AM

Ignacio Ávalos: La Pulga saltó a París

Alguna vez escribí que Adán anticipó el fútbol, cuando, antes de morderla, le dio una patada a la manzana, versión esta que, lo confieso, parece no ser compartida por nadie.  En fin, desde su origen, cualquiera que sea, los historiadores señalan que ha evolucionado en sus esquemas institucionales, en sus reglas y su arbitraje, en el nivel de la participación femenina, en las formas de entrenar, en las estrategias de juego, en el tratamiento de las lesiones, en el balón y los zapatos, al igual que en otros muchos aspectos, hasta convertirse hoy en día en el deporte que tiene más practicantes, tanto en el ámbito profesional como en el amateur, e incluso, en el formato de “caimanera” y, así mismo, es el que cuenta con mayor cantidad de seguidores en el mundo.

Por otra parte, además de jugarse en la cancha, el balompié transita en un gran escenario de donde nace una amplia gama de negocios a partir de los derechos de televisión, el marketing publicitario, la compraventa de jugadores y otros muchos renglones, que generan ingresos cuantiosos, cuya gestión es bastante opaca, por decir lo menos.

La Pulga

Desde los cinco años este zurdito dejó ver que tenía un futuro brillante. Sin embargo, siendo ya adolescente los médicos le descubrieron un retraso en su evolución ósea, culpa de un déficit hormonal que le impedía crecer. Imposible, entonces, que con el tamañito que le auguraban los médicos, pudiera llegar a actuar como profesional en una cancha. El pibe es bueno, sin duda, opinaban los encargados del fichaje de nuevos futbolistas, pero ¿y si no alcanza los centímetros requeridos, si se nos queda pasmado por debajo del metro y medio? Así las cosas, aprovechando las raíces catalanas de la madre, el padre decidió llevarlo a España y al poco tiempo de llegar, el club Barcelona lo pasó por el control de calidad previsto para quienes aspiran a ser sus integrantes. Carlos Rexach, responsable de la cantera, lo vio jugar media hora, no le hizo falta más tiempo para saber que se encontraba frente a un futbolista nacido de un molde especial, aunque según dice una leyenda, esa misma impresión fue la que tuvo apenas advirtió la manera como bajaba las escaleras del avión que lo trasladó. En fin, los directivos del club sacaron cuentas –el fútbol es un negocio, se ruega no olvidarlo– y decidieron hacer la apuesta rechazada por sus colegas argentinos y se encargaron, pues, de sufragar el tratamiento médico del muchacho. Después de algunos meses, alcanzó a crecer lo suficiente como para ser futbolista, aunque siguiera vestido de Pulga. De allí en adelante la historia revela que firmó muy pronto como profesional y debutó con el equipo, en la primera división española, cuando apenas contaba 17 años. Fue este el inicio de una carrera extraordinaria, protagonizada por un tal Lionel Messi.

Se dice que es el mejor jugador de la historia, opinión que en verdad no comparto, pues tuve la fortuna de ver en la cancha, en vivo y en directo, a Di Stefano, a Pelé, a Maradona y a Platini, y por televisión a Cruyff, a Garrincha y a Ronaldinho, jugadores a quienes percibo unos escalones más arriba. Pero, en fin, las comparaciones son odiosas y con relación a los gustos no hay reglas. Ningún baremo da buena cuenta del momento y las circunstancias que le tocan a cada individuo. La mía es por tanto una apreciación arbitraria que, por cierto, me ha granjeado varias antipatías, incluso con familiares y amigos, feligreses de Messi. Pero lo cierto es, en suma, que estamos ante excepcional jugador, agrandado por la visibilidad que le ha brindado la era digital.

La Camiseta 30

Como consecuencia de la severa crisis económica de su club de siempre, a los 34 años Messi fue traspasado hace unos días al Paris Saint Germain, un prestigioso equipo francés que cuenta en su alineación  con varios de los mejores jugadores de la actualidad (Neymar, Ramos, Donnarumma, Icardi, Navas, Marquinhos, Di María, Verratti, Mbappé, todos extranjeros, por cierto) y surge como candidato a triunfar en los diversos eventos de la temporada que apenas se inicia con ciertas limitaciones y algunas novedades, derivadas de la pandemia.

Escogió la camiseta número 30, con la que debutó en el Barcelona y no hay que ser adivino para pronosticar que muy pronto el 30, y no el 10, pasará a ser del reservado al jugador más emblemático de cualquier oncena, de cualquier país, de cualquier nivel, sea amateur o profesional, masculino o femenino.

El cambio, que ha suscitado una gran polémica sobre todo, aunque no solo en Europa. El mismo fue posible mediante el pago de una cifra astronómica, llena de ceros, y de un sueldo anual que bordea los 40 millones de euros, suma que será ampliamente recompensada con la venta de productos, los patrocinios y la visibilidad internacional que con toda seguridad atraerá esa gigantesca máquina de hacer dinero, en la que se ha transformado la Pulga.

El dopaje financiero

En cualquiera de sus variantes, el dopaje es un grave problema que envuelve al deporte, principalmente porque lesiona el fair play, que es el principio desde el que se vertebra en todas sus disciplinas.

En lo que atañe al fútbol, en el año 2011 la Unión Europea de Fútbol Asociado (UEFA), elaboró una ley que se refiere expresamente al fair play financiero. En su contenido se indica que ningún equipo que participe en competencias europeas puede gastar más de lo que ingresa y que su  masa salarial no puede superar 70% de esos ingresos, puesto que da pie a ventajas que pervierten la competencia. Se trata, así, de evitar casos como el del Chelsea, financiado por el millonario ruso Roman Abramovich, el del Manchester City por un miembro de la realeza de los Emiratos Árabes Unidos, el del AS Mónaco por el magnate Dimitryi Rybolovlev, también ruso, y el del propio PSG, comprado en el año 2011 por el fondo soberano de Qatar, a través de su filial Qatar Sports Investment.

El fichaje de Messi fue posible debido a que las autoridades del fútbol francés pospusieron hasta el año 2023, la aplicación de la sanciones establecidas en la mencionada ley, mientras que los dirigentes de la liga española dada la crisis por la que atraviesa, las asumieron, impidiendo que el Barcelona pudiera mantener al argentino en sus filas. En otras palabras, el PSG aprovechó la oportunidad e incurrió en el dopaje financiero, driblando el fair play.

Resetear el fútbol

Las dificultades que aquejan al planeta también llegan, por supuesto, a las riberas del fútbol junto a los desafíos que se abren en el horizonte. Hay, por tanto, que resetearlo en su concepción como deporte y como espectáculo (de paso, algunas encuestas recogen que 40% de los jóvenes europeos de 16 a 24 años no tiene interés por el balompié). Y, asociado a lo anterior, examinarlo también desde la perspectiva financiera, pero no al estilo de la Nueva Liga Europea concebido por los dueños de varios de los mejores clubes, conforme a un proyecto que por fortuna se desmoronó.

En medio de esta crisis civilizatoria, de la que cada vez tenemos más señales, el fútbol también tiene, entonces, la tarea de ver cómo se va arrimando al futuro.

El Nacional

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