Barinas fue la cuna de nacimiento de la familia Chávez y lo han convertido en un santuario de la revolución del socialismo del siglo XXI que ya nadie pretenderá emular por ser un grave accidente de la historia contemporánea de Venezuela, o como muchos concluyen al afirmar que son un gran éxito, como un fracaso.
Su población ha vivido los rigores del totalitariamo al que hemos sido los demás venezolanos, pero a diferencia, ellos están condenados a soportar, como si les faltara algo, una dinastía al mejor estilo de las que vivieron los nicaragüenses con los Somoza.
Las realidades han cambiado en las fuerzas que se contraponen en este conflicto. La dispersión política en la multiplicación de nuevos partidos; los conflictos que llevan a acelerar procesos de disoluciones, con problemas de liderazgos sólidos y referentes de un destino esperanzador, todo nos ha llevado a encontrarnos en el camino con una dinámica política con un aturdimiento y debilitamiento de las fuerzas de la tirania.
Nunca imaginaron que fuera precisamente donde nacieron que tuvieran que dar una batalla de subsistencia después de más de dos décadas. Y la política siempre son batallas para todos. Pero ahora, débiles, serán más furiosos e inmisericordes, y no se compadecerán de nadie.
La vida no es eterna, ni las guerras lo son, pero sí es una oportunidad para que desde Barinas puedan hacerse cosas buenas y distintas, claro, si pisamos firme sobre la misma tierra.
Pongamos el oído al servicio del escuchar bien y tocar el corazón para saber qué quieren y desean los hombres y mujeres de Barinas. Es una gran oportunidad la de Barinas para que todos los venezolanos la abracemos hasta con nuestra presencia. Demostremos que queremos vivir en democracia y libertad para ir en su rescate después de más de dos décadas de oprobio, vejaciones y ultrajes.
Solo debemos asumir el compromiso de luchar contra la tirania. Que en el camino queden los pusilánimes o timoratos.
Que sea una excelente oportunidad para que cada quien asuma sus responsabilidades ante la historia. Es la hora del deslinde. O estamos contra la tiranía, o estamos con la tiranía.
No deja ser retador y estimulante defender un camino abierto por 103.000 y muchos miles más que también demócratas son hombres y mujeres de esta querida tierra de verdes y largas sabanas, que con su coraje llanero nos recuerdan los lanceros de ayer.
Barinas es una tierra de libertad. ¿Quién no quiere libertad en Barinas? Barinas le brinda a los adversarios de la tiranía la oportunidad de unirnos y demostrar que somos capaces de aprender de las lecciones tan duras que hemos vivido. Ha sido fatigoso el camino hasta hoy recorrido; por una parte, la esencia destructiva de la tiranía y por nuestros muchos errores, que nos han llevado a que una minoría se haya convertido en mayoría y que quienes han debido ser mayoría terminaran en pedacitos de minorías.
Barinas puede ser el inicio de un camino rectificador, pero a la larga, de grandes oportunidades para las próximas batallas que se habrán que librar. Barinas puede ser el inicio de un camino de la reconciliación entre hermanos.
Yo no sé si lo que escribo se corresponda entre lo que deseo y lo posible, pero estoy seguro de que los barineses sí sienten como nadie lo que deben hacer. Ante lo cual debemos estar dispuestos a ayudarlos con mucha decisión sabiendo que ya «se agotó el tiempo de seguir perdiendo tiempo».
Que decidan en Barinas todos, repito, todos, lo que deben hacer para que, así como se inició una revolución que muere, resplandezca la posibilidad de un ¡vuelvan caras! que todos merecemos.