22 de noviembre de 2024 4:23 AM

Griselda Reyes: Hambre en la casa, hambre en la escuela

La semana pasada, dos noticias gravemente preocupantes acapararon simultáneamente el centimetraje de la prensa nacional: hambre y desnutrición persistente en Venezuela, según lo advirtió el relator de la Organización de Naciones Unidas (ONU) que visitó Caracas; y la encuesta del Observatorio de Universidades. ¡Hambre en la casa, hambre en la escuela!

En estas líneas me limitaré a desglosar los datos más relevantes que suponen sendos informes para que entendamos la magnitud de la crisis que aún el país vive. No hay concierto, por muy «Monumental» que sea que minimice la tragedia continuada de Venezuela y de los ciudadanos más desfavorecidos.

Michael Fakhri, relator especial de la Organización de Naciones Unidas sobre el derecho a la alimentación, estuvo dos semanas continuas en nuestro país. Tras una amplia pesquisa, determinó que «la gente de todo el país sigue teniendo problemas para acceder a suficientes alimentos buenos y sanos, ya sea por sus bajos ingresos o porque los alimentos no llegan a su comunidad”.

En un encuentro con los medios de comunicación, el portavoz internacional apuntó que 82% de los venezolanos vive en la pobreza en términos de nivel de ingresos, y 53% está expuesto a la pobreza extrema, con ingresos insuficientes para adquirir una canasta básica de alimentos.

Más de la mitad del país no está comiendo bien, lo que supone un enorme compromiso en términos de desarrollo para la generación de relevo, los adultos del mañana en nuestra República.

Sobre los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), sistema con el que siempre hemos tenido firmes observaciones por el control social que supone para la población, Fakhri destacó la “incoherencia” en la entrega.

“La frecuencia del suministro en zonas remotas, así como su falta de valor nutricional y calidad», alertó para denunciar que se niegan bolsas del CLAP a personas «que se consideran críticas o que expresan opiniones políticas alternativas». Una situación completamente condenable por donde quiera que se le mire.

En el mismo orden de ideas, quiero detenerme a revisar en este mismo artículo los resultados del Observatorio de Universidades sobre las Condiciones de Vida de la Población Universitaria de Venezuela (Enobu 2023), estudio que reveló que -apenas- 32% de los docentes y 21% de los estudiantes universitarios en Venezuela consumen tres comidas al día.

El grueso de quienes son responsables de formar a los cerebros pensantes de este país NO se alimenta como debe ser. También nuestros jóvenes están en un profundo estado de precariedad. Unas cifras que me aguan los ojos de solo pensar en la falta de concentración real en las aulas venezolanas.

No es solo hambre lo que abunda en los salones de nuestras universidades. Según el mismo estudio nacional, la depresión también es común en la comunidad universitaria.

En palabras del director de este observatorio, Carlos Meléndez, 61 por ciento de los profesores universitarios tienen síntomas de depresión, como pérdida de interés y ansiedad. 69% de los estudiantes tiene síntomas de depresión como la ansiedad persistente.

Es una cachetada a la cotidianidad que pretenden algunos querer vender desde el poder. La realidad, y así lo hemos señalado hace mucho, pasa por una solución política que destranque este juego suma cero en que estamos entrampados como país.

@Griseldareyesq
griseldareyes@gmail.com
www.griseldareyes.com

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