Según la Organización Mundial de la Salud, alrededor de uno de cada 20 adultos experimenta depresión, una afección que supone una carga importante para la salud pública en todo el mundo. Las claves que influyen en la aparición de la depresión son complicadas de desentrañar en cada caso, pero incluyen una combinación de factores biológicos y de estilo de vida que se consideran objetivos modificables que pueden utilizarse para contrarrestar la creciente prevalencia de la depresión.
Un equipo internacional liderado por la Universidad de Cambridge y la Universidad de Fudan (Shanghái) analizó una combinación de factores que incluyen factores de estilo de vida, genética, estructura cerebral y nuestros sistemas inmunológico y metabólico para identificar los mecanismos subyacentes que podrían explicar este vínculo.
Las conclusiones de esta investigación, que han sido publicados en Nature Mental Health, apuntan a que un estilo de vida saludable que implique un consumo moderado de alcohol, una dieta saludable, actividad física regular, un sueño saludable y una conexión social frecuente, evitando al mismo tiempo fumar y un comportamiento demasiado sedentario, reduce el riesgo de depresión.
Para comprender mejor la relación entre estos factores y la depresión, los investigadores recurrieron al Biobanco del Reino Unido, una base de datos biomédica y un recurso de investigación que contiene información genética, de estilo de vida y de salud anónima de sus participantes. Al examinar los datos de 287.282 personas, de las cuales 13.000 tenían depresión, seguidas durante un período de nueve años, el equipo pudo identificar siete factores de estilo de vida saludable relacionados con un menor riesgo de depresión en una población con riesgo genético variado:
- Consumo moderado de alcohol
- Llevar una dieta saludable
- Realizar actividad física de manera regular
- Tener una rutina de sueño saludable
- Nunca fumar
- Comportamiento sedentario de bajo a moderado
- Mantener conexiones social frecuentes
De todos estos factores, dormir bien (entre siete y nueve horas por noche) marcó la mayor diferencia, reduciendo el riesgo de depresión, incluidos los episodios depresivos únicos y la depresión resistente al tratamiento, en un 22%.
La conexión social frecuente, que en general redujo el riesgo de depresión en un 18%, fue la que más protegió contra el trastorno depresivo recurrente.
Por su parte, el consumo moderado de alcohol disminuyó el riesgo de depresión en un 11%, llevar una dieta saludable en un 6%, la actividad física regular en un 14%, nunca fumar en un 20% y el comportamiento sedentario bajo a moderado en un 13%.
Según la cantidad de factores de estilo de vida saludable que seguía un individuo, se los asignó a uno de tres grupos: estilo de vida desfavorable, intermedio y favorable. Los individuos en el grupo intermedio tenían alrededor de un 41% menos de probabilidades de desarrollar depresión en comparación con aquellos con un estilo de vida desfavorable, mientras que aquellos en el grupo de estilo de vida favorable tenían un 57% menos de probabilidades.
Luego, el equipo examinó el ADN de los participantes y asignó a cada uno una puntuación de riesgo genético. Esta puntuación se basó en la cantidad de variantes genéticas que porta un individuo y que tienen un vínculo conocido con el riesgo de depresión. Aquellos con el puntaje de riesgo genético más bajo tenían un 25% menos de probabilidades de desarrollar depresión en comparación con aquellos con el puntaje más alto, un impacto mucho menor que el estilo de vida.
En personas con riesgo genético alto, medio y bajo de depresión, el equipo descubrió además que un estilo de vida saludable puede reducir el riesgo de depresión. Esta investigación subraya la importancia de llevar un estilo de vida saludable para prevenir la depresión, independientemente del riesgo genético de una persona.
La profesora Barbara Sahakian, del Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Cambridge, dijo: «Aunque nuestro ADN (la mano genética que nos ha tocado) puede aumentar nuestro riesgo de depresión, hemos demostrado que un estilo de vida saludable es potencialmente más importante».
«Algunos de estos factores del estilo de vida son cosas sobre las que tenemos cierto control, por lo que tratamos de encontrar formas de mejorarlos: asegurándonos de que dormimos bien por la noche y salimos a ver a los amigos, por ejemplo, lo que podría marcar una diferencia real en la vida de las personas».
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