Hace tiempo que estás haciendo dieta y ejercicio pero no logras alcanzar el peso deseado. Quizás, sin darte cuenta, tengas algunos hábitos que engordan y no lo sabías.
Has variado la alimentación y cambiado la rutina en el gimnasio, eliminado muchos alimentos considerados «negativos» y sigues al pie de la letra las indicaciones del médico y del entrenador. Entonces ¿cuál es el problema?
Malos hábitos que engordan
Supongamos que cumples con la dieta y el ejercicio con el objetivo de adelgazar y, aún así, no lo consigues. ¿Te has preguntado por qué sucede esto? Seguramente, poseas algunas rutinas que no te están permitiendo alcanzar tu objetivo.
No saber las calorías ingeridas
Es cierto que no puedes pasarte todo el día leyendo etiquetas y haciendo cuentas con la calculadora, pero el hecho de no conocer siquiera las calorías aproximadas que se consumen puede ser peligroso.
Lo bueno es que en la actualidad hay aplicaciones móviles que pueden ayudarte. Solo tienes que colocar el plato y la ración, y listo. Al finalizar el día, la app te dirá cuánto has consumido. Puedes, incluso, ir viendo las sumas intermedias para saber en qué momento has sobrepasado lo aconsejable.
Comer solo y distraído
Mirar la televisión mientras cenas puede ser una muy mala idea porque el cerebro no tiene la capacidad de indicar cuando el estómago está satisfecho. Lo mismo sucede si se lee el periódico o un libro. En lo posible, deberíass alejarte de esas distracciones a la hora de la comida.
Aunque es verdad que en ciertas ocasiones especiales hay demasiada comida y uno puede excederse, lo cierto es que los especialistas señalan que comer en casa con la familia sería bueno para la salud al promoverse, en su mayoría, el consumo de alimentos más saludables.
Consumir todo bajas calorías
Vas al supermercado y eliges todo lo que tenga etiqueta verde y diga «0 %», «light» o «sin grasas». Quizás eso sea lo que está evitando que adelgaces. Se cree que las personas que consumen productos «de dieta» ingieren casi un 30% más de calorías que si escogieran productos normales o regulares.
En una parte de estos alimentos, la grasa se reemplaza por azúcar o por aditivos químicos. Así, es mejor una pequeña ración de un alimento «común» que varias de uno «dietético».
Comer en platos grandes
¿Alguna vez has pensado que servir la comida en platos gigantes puede ser contraproducente? La buena educación marca que se debe comer todo lo que han en el plato y, por ende, si se sirven grandes porciones, se comerá más.
Dormir poco (o mal)
El insomnio y el estrés serían los peores amigos de las dietas. Cuánto menos duermas, más comerás. No solo porque permanecerás más tiempo despierto (y puedes atacar la nevera más veces), sino porque el cuerpo necesita el descanso para restablecerse y recuperarse de lo hecho en el día.
Y aún otra cosa interesante: el metabolismo energético y la producción de ciertas hormonas relacionadas al sueño y la vigilia pueden ser los culpables de que tengas hambre todo el tiempo.
Rodearte de gente obesa
Así como una cena en familia puede ser beneficiosa, también las relaciones personales pueden traer consecuencias positivas o negativas. Por ejemplo, si tu pareja, tus mejores amigos y tus compañeros de la oficina están excedidos de peso, es más probable que compartas malos hábitos con ellos.
No desayunar
Saltearse el desayuno puede ser otro de los hábitos que engordan aunque pienses lo contrario, según señala Harvard Health Publishing. Haz la prueba de desayunar bien antes de salir de casa y te darás cuenta de que hasta el mediodía no sentirás apetito.
El desayuno bien constituido ha de estar compuesto por:
- Una taza de cualquier infusión.
- Una ración de hidratos.
- Lácteos, cereales y frutas.
No planificar la comida
Si estás yendo al nutricionista y te ha hecho un menú semanal, ¡enhorabuena! Una buena manera de respetarlo es preparar la comida para varios días y ponerla en el congelador. No cocines sobre la hora y ten a disposición diferentes ingredientes naturales.
A su vez, es importante que varíes el menú para no aburrirte y para que el cuerpo no se acostumbre. Si comes un plato diferente al día, el organismo tendrá que trabajar más para aprovechar cada uno de los componentes.
Por último, cuando vayas a hacer la compra lleva la lista y cúmplela al dedillo. ¡No te dejes llevar por la tentación de lo que engorda! Y recuerda que si vas al supermercado con hambre, tendrás más posibilidades de comprar alimentos poco saludables.
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