Desde el año 2013 cuando se inician los procesos de planificación con la mirada estratégica de definir objetivos históricos -que como indica Enrique Dussel son aquellos postulados posibles que orientan la acción-, el presidente Hugo Chávez Frías impulsó el de preservar la vida en el planeta y salvar la especie humana. Iniciativa polémica, por demás, ya que fue vista por opositores como una meta inalcanzable por los sujetos que dirigen la política del país, siendo motivo de burla y cuestionamiento.
Sin embargo, hoy en día, cuando las Naciones Unidas declaran abiertamente la problemática mundial del cambio climático y se acuerdan diversas acciones para contenerlo, nos podríamos preguntar sobre la pertinencia y visión que, desde ese año 2013 se asumió como responsabilidad de la política pública nacional.
En los acuerdos de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, COP 25, del año 2019, se concluyó sobre el rol de la ciencia, acordando que sereconoce que cualquier política climática debe ser permanentemente actualizada en base a los avances de ésta y que el conocimiento científico sería el “eje principal” para focalizar las decisiones de los países en esa materia.
Estas acciones con base a la ciencia apuntaban a la necesidad de que los científicos trascendieran más allá de la investigación y publicación, para llegar directamente a los ciudadanos y a los tomadores de decisiones, tal como lo mencionara William Ripple profesor de ecología en la Universidad Estatal de Oregon (2020), sumando las múltiples propuestas de científicos participantes que indicaban acciones en áreas como la energía, a fin de disminuir el uso de combustibles fósiles y sustituir por energías renovables; reducir los contaminantes, restaurar bosques, modificar hábitos de consumo que incidan en dietas ricas en plantas, modificar los enfoques económicos basados principalmente en el crecimiento del producto interno bruto de los países e incidir en mayores niveles educativos de las niñas para prolongar su educación, lo que redunda de acuerdo a estudios, en el número de hijos que se procrean.
Adicionalmente, existen propuestas para tecnologías que posibiliten la reducción de emisiones de carbono como lo son el uso del carro eléctrico, la iluminación led, métodos de captación de CO2, paneles solares y energía nuclear, entre muchas otras alternativas que surgen a la luz de la dinámica mundial, denominada crisis ambiental.
En nuestra opinión, tenemos la posibilidad de rescatar elementos autóctonos que han estado entre nosotros y que hemos abandonado por la propia racionalidad de un sistema consumista y altamente industrialista. Superar la lógica de acuerdos internacionales que no siempre se traducen en transformaciones estructurales y dejan de lado las ideas de desarrollo endógeno y la preservación de los saberes ancestrales como respuestas técnicas al desafío de la sostenibilidad ambiental, la seguridad alimentaria y la convivencia social con respeto a la diversidad y la alteridad.
Las políticas venezolanas están orientadas de forma tal que, privilegiando lo colectivo y la organización comunal, se logren acciones para contener los efectos del cambio climático en un nuevo modelo más humano, cuyos valores pasan por reconocer nuestra autodeterminación y nuestra apuesta por un sistema social que respeta la naturaleza.
Es un reto de transformación cultural que debe consolidarse porque implica un cambio en estilos de vida asumidos como únicos. Es un reto que no cuenta con tiempo indefinido. Es un nuevo modelo para la vida.
La autora es presidenta del Observatorio Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación
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