22 de noviembre de 2024 7:56 PM

Gonzalo Oliveros Navarro: Tres veces

Esa ha sido el número de veces que los electores venezolanos nos hemos abstenido de participar en algún evento comicial en estos veintidós años en proporciones tales que cualquier politólogo afirmaría que en nuestro país hay falencias democráticas.

Gonzalo Oliveros Navarro

@barraplural

La primera vez ocurrió con ocasión de la elección parlamentaria del 2005 que generó la ausencia absoluta de la oposición en el recinto parlamentario, lo que permitió que durante los cinco años de vigencia de su mandato, los diputados electos diseñaren buena parte del cinturón normativo que hoy agobia a la gran mayoría del país. 

La segunda ocurrió en mayo del 2018,  consecuencia de la negativa de la mayoría de los  partidos políticos representados en la Asamblea Nacional,  de acudir a las elecciones presidenciales para las cuales habían suscrito un documento interno determinando la manera de elegir al candidato que habría de representarlos. A consecuencia de la misma, casi tres años después de realizada la votación, Nicolás Maduro continúa ocupando el Palacio de Miraflores. 

La tercera fue el pasado diciembre a raíz –nuevamente- de una elección parlamentaria, está si a todas luces viciada de nulidad, no solo por la forma como se realizó, sino especialmente consecuencia de la integración del parlamento en abierta violación a la Constitución.

La primera de dichas abstenciones no fue respaldada internacionalmente. Los observadores de la Organización de Estados Americanos presentes en la misma así como el Centro Carter, las avalaron. 

Por su parte, las otras dos carecieron de respaldo democrático internacional y es por éllo que una parte de la comunidad internacional desconoce el carácter de presidente del inquilino del Palacio de Misia Jacinta, así como también  de quienes   ocupan los asientos de diputados en la sede del Poder Legislativo.

Las tres abstenciones tienen una característica similar. En las mismas el nivel de ausencia rondó el 75% de los electores llamados a participar o fue superior al mismo. Eso –aparte de los efectos ya descritos- debe llamarnos a la reflexión y por consiguiente precaver soluciones hacia el futuro. 

El silencio –y más cuando lo es tan escandaloso como el derivado de tamaña abstención- debe tener una respuesta política cierta y efectiva. No es posible que la gran mayoría que no resultó convocada al evento comicial correspondiente, no vea representada su voz en el resultado.    

En atención a la descrita situación  sostengo que, así como la Sala Constitucional para el caso del referendo revocatorio estableció un quórum mínimo de participación para su validez, es imperativo que se haga lo mismo respecto de cualquier elección dado que tan democrático es un mecanismo de participación como el otro. 

Seguramente quienes ocupan los espacios institucionales caraqueños no adoptarán ninguna medida al respecto –pues la abstención les ha beneficiado- mas es lo cierto que si alguna característica deben tener quienes les adversan, es el actuar en contravía al modo cómo aquéllos lo hacen, así sea en el futuro.

Miami Mundo

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