Ha cesado el señor Netanyahu en el cargo de primer ministro de Israel que ocupó por doce años seguidos. Ello fue posible gracias a la decisión de una coalición heterogénea de adversarios quienes, por un voto en la Knesset lo lograron. No es interés de esta línea el cese como tal sino esa suerte de acuerdo imposible que lo permitió.
Gonzalo Oliveros Navarro
@barraplural
Que partidos de todo género del espectro político israelí –incluyendo islamistas- hubieren podido consensuar una posición común algo debe decirnos a alguna parte de los venezolanos, en especial a esos que han decidido excluirse de toda relación con los que no comparten su manera de pensar o enfrentar la situación que actualmente nos ocupa. Ella solo logra dos objetivos, el primero aislarlos del resto, la segunda dificultar supremamente el logro del objetivo aspirado.
Seguro estoy que quienes se acordaron en Israel alrededor de una posición, tienen distintas visiones respecto de la situación en su país pero sí una coincidencia, la de ponerle término a la gestión del Primer Ministro saliente. Seguramente esa disparidad de criterios dificultará el avance de la coalición lograda pero es probable que busquen éllos minimizar las diferencias en aras de modificar las políticas públicas a su juicio inconvenientes para Israel que desarrollaba este.
Probablemente se me dirá que operó allí una suerte de pragmatismo y coincidiré plenamente con éllo. En política mucho de este se requiere, cosa que en el nuestro -dado lo que hasta el presente hemos visto- éllo es escaso, lo que entonces implica una lección a aprender.
Creo que si alguna coincidencia existe en Venezuela es la necesidad de cesar la permanencia del señor Maduro en Miraflores y para que éllo sea posible es menester hacer cuanto sacrificio sea conducente, lo que pasa por acordar mecanismos para lograr ese objetivo y personas que le sustituyan, tal como allá lo hicieron. Eso que a veces nos resulta tan inusual, es hacer política.
Si alguna cosa ha sido difícil en nuestra tierra ha sido llegar a acuerdos; cuando lo hicimos –por ejemplo el 2015- los resultados iniciales fueron extraordinarios, quizás no previmos por una parte la reacción del afectado y por la otra las apetencias personales de algunos pocos que dificultaron avanzar más. En todo caso, ya queda –o debería- como un aprendizaje de lo que no se debe hacer para obtener resultados beneficiosos.
En Venezuela hay un amplio espectro ciudadano que se opone a la actual gestión que despacha desde el palacio presidencial y Fuerte Tiuna. Corresponde a quienes ejercen liderazgo dirimir sus diferencias de criterio respecto de estrategias y personas que comparten su objetivo, para facilitar lograr este. Si éllo no es posible, las cosas seguirán como hasta hoy, lamentablemente.
Termino de escribir estas líneas mientras nuestros aliados internacionales –Estados Unidos y la Unión Europea- acuerdan su apoyo a un resultado negociado que nos lleve a elecciones libres y justas. Estas no nos llegarán del cielo y por ende sacrificios habrá que hacer, lo que pasa por convenir posiciones.