Gonzalo Oliveros Navarro: Decisión nuestra

Barra Plural

El temas de la abstención tiene muchas aristas y una de éllas es la de darle valor real a la misma.

En Venezuela, tanto para  cargos de elección popular como para los eventos refrendarios –menos el revocatorio- no hay límite alguno. Así, basta que dos personas compitan por un puesto, que uno saque tres votos, el otro dos pero se abstengan 100 para que quien obtuvo mayor número de votos  sea elegido. 

Bajo esas condiciones fueron elegidos los parlamentarios del 2005 así como quienes ahora, producto de la elección del 6D  tienen tal cualidad para una parte del país. Ante esa circunstancia pareciere prudente establecer una suerte de voto calificado, de tal manera que se exija un mínimo de participación por elección,  un mínimo de votos para ser elegidos y una sanción para el postulado por no reunir la mínima validación de su aspiración. 

Si eso se estableciere, los partidos políticos y organizaciones que postulan, se verían obligados a presentarle al elector personas de reconocida trayectoria, lo que facilitaría la participación. El riesgo de que no lo hagan es que las personas cuyo nombre fue postulado, no pudieren participar en una segunda vuelta para el cargo a elegir, la cual será obviamente necesaria.

Si adoptaremos una medida como esa seguramente se estaría incentivando, no solo la participación del elector común en la respectiva elección, sino la del ciudadano en general en los asuntos públicos pues se vería legítimamente representado por quien resulte elegido.

A diferencia de lo que ocurrió entre 1958 y 1974, los venezolanos hemos aumentado nuestra deserción de los eventos electorales. La elección parlamentaria de 2015 fue una notoria excepción a dicha posición. Esa circunstancia entiendo debe obligarnos a buscar mecanismos que, sin pasar por establecer la obligatoriedad del voto, incentiven en el ciudadano la participación efectiva y personal en los asuntos públicos.  

Seguramente alguno alegará que la propuesta presentada restringe la democracia pero es obvio que difiero de éllo. A la democracia la afecta- y de que manera-  la ausencia de  participación cuando esta carece de valor político alguno, pues solo es testimonial. 

Los venezolanos requerimos que se re institucionalice el país. Es menester rescatar la confianza en todo nuestro entramado público.

Diría en palabras recientes que compartió conmigo  mi respetado profesor Adolfo Salgueiro con ocasión del artículo que escribí sobre el Plan de Barranquilla, que “los venezolanos merecemos eso que sepamos construir”. 

Pongamos manos a la obra para lograr lo que aspiramos.  

Gonzalo Oliveros Navarro

@barraplural

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