Jueves 5 de julio 2021
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Loe venezolanos tenemos que ser más eficientes en la manera como explicamos a la comunidad internacional nuestra situación. Eso deduzco de los resultados que ha publicado la Organización de Estado Americanos –OEA- respecto del financiamiento que han recibido países que, como los nuestros, han visto salir de su territorio parte importante de su población.
En efecto, según un informe que acaba de presentar dicha organización, la crisis siria ha expulsado de su país a 6.7 millones de sus habitantes mientras la venezolana a la fecha lo ha hecho con 5.6 millones, es decir, 900 mil menos. Asimismo, de Afganistán han salido 2.7 millones en tanto que de Sudán del Sur 2.3 millones y finalmente de Myanmar 1.1 millones. A todos éllos tal como se señala en el citado informe presentado se les atribuye la condición de refugiados.
Ciertamente que entre todos esos países y Venezuela existe una radical diferencia: en éllos hay o hubo conflicto armado, lo que no ha ocurrido en nuestro país. Nuestra migración –en el término genérico de la palabra- tiene otras connotaciones, por una parte la situación política y por la otra la humanitaria derivada de las políticas públicas desplegadas por el señor Maduro y quienes le acompañan en su actuar, sin olvidar –mas faltaba- las que ejecutó el señor Chávez cuando le correspondió pues pensó que el precio del petróleo permanecería eternamente alto y se equivocó, no solo endeudándonos en demasía, sino también despilfarrando las reservas, sin menoscabo del impacto que –en alguna medida- las sanciones económicas implementadas en los últimos años por los Estados Unidos han producido en el país.
Así entonces, según el mismo informe, como consecuencia de lo ocurrido con los 6.7 millones de refugiados sirios, desde el 2014 ha habido para éllos financiamiento internacional per cápita de US $ 5000 por cada uno, mientras que para los refugiados de Sudán del Sur el mismo alcanzó a US $ 4086,95 en tanto que por la situación venezolana la cantidad solo llega a US $ 480 por refugiado, lo que evidencia sin duda una diferencia percepción respecto de aquéllas situaciones y la nuestra.
Probablemente la causa de la diferente percepción respecto de la salida de esos países por parte de ese cuantioso número de habitantes, deriva de la circunstancia que en aquellos el conflicto es eminentemente bélico y por tanto, el número de personas fallecidas –bajas las llaman- es muy superior al nuestro, sin embargo ello es una percepción cuyo estudio deberá hacerse para determinarse el trato diferencial que recibimos ante similar calificación de refugiados.
Es lo cierto –en todo caso- que nadie huye de su país como lo han hecho los habitantes de esas naciones si no existiere una causa superior que lo originare, una que es casi de vida o muerte. Si coincidimos en éllo, lo conducente es hacer la correspondiente reflexión para determinar el motivo que origina la diferente actitud en quienes contribuyen con su dinero a la atención de esa situación pues, en la medida que no lo hagamos y continuemos saliendo de nuestra tierra como hasta ahora –siete millones fuera es la estimación para enero próximo- los fondos disponibles se reducirán aún mas.
Debe saberse finalmente que los venezolanos no estamos saliendo de nuestras fronteras pensando en la ayuda que recibiremos. Lo hacemos para salvarnos, trabajar, ayudar a nuestras familias y al país que nos recibió. Con esos fondos –ciertamente- nuestra condición mejoraría si se implementan, no solo para temas humanitarios sino también utilizándolos para facilitar nuestra integración al país de acogida, tal como lo hemos planteado otras veces.